viernes, abril 04, 2008

ME HUBIERA GUSTADO HABER ESCRITO...

“ El pueblecito de Bohun Beacon estaba tendido sobre una colina tan pendiente, que la alta aguja de la iglesia parecía la cima de una montaña diminuta.
Al pie de la iglesia había una fragua, casi siempre enrojecida por el fuego y siempre llena de martillos y fragmentos de hierro. Frente a ésta, en la cruz de dos calles empedradas, se veía “El Jabali Azul”, la única posada del pueblo. En aquella bocacalle, pues, al romper el alba- un alba plateada y plomiza-, dos hermanos acababan de encontrarse y estaban charlando. Uno de ellos comenzaba la jornada, el otro, la terminaba. El reverendo y honorable Wilfred Bohun era hombre muy piadoso, y se dirigía con la aurora a algún austero ejercicio de oración o contemplación. El honorable coronel Norman Bohun, su hermano mayor, no era piadoso de manera alguna y, vestido de frac, se hallaba sentado en el banco que está junto a la puerta de “El Jabali Azul” apurando lo que un observador filosófico podría indiferentemente considerar como su última copa del jueves o la primera del viernes. El coronel era hombre sin escrúpulos.
Los Bohun eran una de las contadas familias aristocráticas que realmente datan de la Edad Media, y su pendón había flotado en Palestina. Pero es un gran error suponer que esas familias mantienen la tradición; salvo los pobres, muy pocos conservan las tradiciones. Los aristócratas no viven de tradiciones, sino de modas. Los Bohun habían sido pícaros bajo la reina Ana y petrimetres bajo la reina Victoria. Pero, al igual que muchas antiguas casas, en estos últimos tiempos habían degenerado en simples borrachos y gomosos perversos, y al fin se produjeron en la familia vagos síntomas de locura. Realmente había algo inhumano en la feroz sed de placeres del coronel y aquella su resolución crónica de no volver a casa hasta la madrugada tenía mucho de la horrible lucidez del insomnio.”

G. K. CHESTERTON
EL MARTILLO DE DIOS

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