EL RESENTIMIENTO

 

Para la época de 2001, antes o después, no recuerdo bien, yo escribí un ensayito en el suplemento cultural del pasquín local. "Elogio del resentimiento" se llamaba, eso si lo recuerdo bien.

Anticipé el kirchnerismo con mi reconocida videncia política.

El martes de cumplieron 80 años de la muerte de Roberto Arlt y 70 de Evita.

Ellos fueron los primeros resentidos.

Porque vivieron en carne propia la pobreza y el desprecio del mundo y decidieron hacer algo con eso.

Es loco, pero yo nunca viví la pobreza pero igual me siento un resentido más.

El resentimiento como motor de cambio.

En cuentos, novelas, ensayos, obras de teatro o en la política.

Como no sentirse hermanado con Arlt cuando uno lee la verdad profunda de lo que escribió.

Como no sentirse hermanado con Evita cuando uno conoce toda su vida de principio a fin.

Hay un encuentro de Roberto y Eva relatado por César Tiempo.

Luego el murió a los 42 y luego ella a los 33.

Jóvenes, hermosos, geniales, resentidos.

La única patria que respeto.

LOS QUE COMEMOS Y LOS QUE NO

 Los que hemos visto morir y renacer una y otra vez a la Argentina en los últimos 40 años casi que nos tomamos la vida con humor.

Pero no alcanza con eso para los que somos privilegiados: que nunca nos falta ni nos faltó un plato de comida en la mesa.

Hay en cambio millones que se caen una y otra vez del mapa.

Incluso Alberto, Cristina y Massa no pueden entender ese sufrimiento porque ellos son multimillonarios.

Los veo muy ocupados en lo importante y no en lo urgente.

Millones de argentinos muriéndose de hambre y ustedes peleando por ver quien la tiene más larga.

Yo mismo puedo hacerme el canchero y el analítico porque mi vieja nunca me negó dinero.

La situación de privilegio económico, sociocultural permite el pensamiento y la formación intelectual pero implica también obligaciones.

Incluso a Osho lo corrían con eso de que era el gurú de los millonarios y el decía que si, que efectivamente solo los ricos podían permitirse aprender un camino espiritual, preocuparse de su alma, porque el pobre es un esclavo, tiene que vivir laburando para poder comer al otro día.

Peor entonces, los que podemos comer todos los días, tenemos una obligación ética para con los que no.

No podemos dormirnos en los laureles y no hay pandemia ni guerra que nos justifique.

Estamos en deuda con nuestra gente humilde.

RUIDO BLANCO

 

Madre ama los programas de chusmeríos, curiosamente llamados "del espectáculo".

Mira el de la mañana en Canal 13, a la tarde el de América y a la noche también América. Y los fines de semana mira los de Canal 9.

Eso ha generado acaloradas discusiones entre ambos ya que la cosa no termina ahí: pretende comentarme todo lo que vio como si a mi me interesara la vida de ignotos personajes mediáticos o con quien se acuesta la China Suárez.

Esa basura tóxica que genera la televisión llena las vidas de millones (imagino) de señoras y señores mayores como mi madre.

También me parecen detestables los personajes que eligen ventilar los puterios de su vida como si fuera un reality. Ni que hablar de los "periodistas" que se ganan la vida haciendo eso. ¿Adonde estudiaste mi amor para contar quien se acuesta con quién o quién se pelea con quién? ¿En Harvard? ¿Adonde se estudia para ser panelista?

Otra cosa son los artistas que van puntualmente a un programa para publicitar sus respectivos emprendimientos y no se enganchan en ese juego vil de armar quilombo por cualquier cosa.

El único programa que yo solía mirar era Bendita TV porque hace un recorrido inteligente y muy bien editado por todas las boludeces del día y se las toma en solfa.

Pero ahora madre mira a esa hora Ángel de Brito así que no miro más televisión.

MEDICACIÓN Y RESIGNACIÓN

 

Nunca olvidaré al psiquiatra César Ríos (entre otro ejemplares) que me recibía en su consultorio de Belgrano con un té con masitas y me regalaba algunas muestras gratis de las muchas medicaciones que me recetaba (y también de viagra) y en lo mejor de la charla, se ponía en pose de sabiduría y exclamaba: -No sabemos nada-. El plan siempre fue mostrar la humildad de los grandes, pero con los años comprendí que efectivamente: no saben nada.

Todo es medicación y resignación. Nunca curan a nadie. Sacuden pastillas para aminorar el síntoma pero ni idea de que están tratando. En esa época (principios de 2000) me había diagnosticado como bipolar. También los psiquiatras, como no saben nada, suelen hablar de su vida privada y revelar que ellos también siempre estuvieron un poco locos. Esa estrategia o síntoma, de mostrarse como una persona común, siempre me provocó rechazo y el echo de pensar: ¿en manos de quién estoy?

A los psicoanalistas lacanianos se les puede criticar muchas cosas, pero intentan saber, intentan llegar a entender, no te estafan.

La mente es lo de menos, hay un alma ahí dolorida, eso no se cura con medicación.

Por eso la búsqueda alternativa: Osho, el Zen, Constelaciones, Astrología, Tarot y lo que pinte.

Si: la vida es un misterio y casi nadie sabe nada.

SER

 Soñé que tomaba conciencia de la finitud del tiempo y de la vida y fue hermoso.

Me acordé también de una frase de "Fútbol, dinámica de lo impensado" el genial y zen libro de Dante Panzeri, adonde este dice en un momento: "El problema de la violencia en el fútbol es porque la gente no sabe para que se juega al fútbol."

De la misma manera puede acotarse que el problema de la violencia en la vida es que la gente no sabe para que vive y tiende a pensarlo todo como un partido de fútbol.

Hay que ser y amar.

Ser lo que uno es, lo que uno quiere ser y amar eso.

Nada más.