miércoles, junio 21, 2017

PERIODISMO Y PORNOGRAFÍA

Estoy haciendo tiempo para tomarme un micro en la Terminal de Bahía Blanca.
Merodeo el kiosco, plagado de diarios y revistas. La oferta es variada y confunde.
Elijo por instinto.
Me shockea la tapa de Gente con esa tremenda Eva de Dominici vestida de negro, de mujer fatal.
La revista es una garcha, las notas las podría escribir un chico de secundario.
Pero eso no importa.
Lo que importa, lo que compré, es ver la nota de Eva.
Y digo bien, ver. No leer.
Porque es una producción poderosamente erótica, con esta bomba de 22 años que se presta al juego de aparecer en poses seductoras.
Me erotiza mucho más esa producción fotográfica que cualquiera de Playboy.
Porque solo sugiere, no se desnuda del todo.
Así es el periodismo hoy: mujeres y hombres perfectos, producidos y photoshopeados para parecerlo aún más.
Objetos de consumo autoconscientes, que se prestan a ser exhibidos como un auto de lujo, como una mercancía.
Gente es el punto medio.
Si vas para un segmento económico más alto comprate Hola o Caras.
Para un segmento más bajo, Pronto o Papparazi.
Pero todos juegan el mismo juego: tremendas producciones fotográficas, el resto no importa.
Vender un objeto de deseo, sea una mujer, una casa o un modo de vida.
Pornografía emocional.

EN CONTRA DE STAR WARS





Me llama poderosamente la atención el culto global a la saga de Star Wars.
Especialmente en jóvenes cultos, inteligentes y progresistas, que se babean como niños que van por primera vez a un Mac Donalds. Es rarísimo ver que odian las políticas de EEUU, pero aman desesperadamente esta pelotudez.
Para los que ya somos grandes y vimos las tres primeras películas cuando éramos todavía niños, la cosa nunca fue para tanto. Recuerdo esos filmes sin grandes emociones, me gustaban un poco más que Star Trek, pero menos que Galáctica, una serie que tuvo su película también en esos años.
Pero la nostalgia por lo no vivido es un fenómeno muy presente en el mundo, no solo en el cine, sino también en la literatura y la música.
Cuando Soda Stéreo se separó, solo llenó un River. Cuando volvió, 10 años después, llenó 6 River.
Así funcionan las cosas.
Vi las 4 nuevas películas de Star Wars, grandes productos de diseño industrial, pero nada más. Incluso diría, inferiores a las 3 primeras.
Pero lo que verdaderamente me molesta es esa espiritualidad espuria, esa New Age de sables láser.
Ese seudozen de los jedis luchando contra el lado oscuro.
Es el típico mensaje yanqui colonialista, imperialista de siempre, sólo que con una pátina orientalista mal entendida (un poco al estilo Karate Kid pero en el espacio).
Me extraña que millones de jóvenes y no tan jóvenes pisen el palito tan fácilmente.
Es el mismo mensaje de mierda de siempre: nosotros somos los buenos, que luchamos contra los malos. Es la misma berretada que justifica todas las guerras, disfrazada solo de manera un poco más sutil y futurista.
Solo un poco.
La falsa dualidad, la grieta de que hay lado claro y lado oscuro, es una falsedad en todos los aspectos de la vida. No me crean a mi: lean un poco de Zen, Budismo u Osho.
Y no todo Hollywood es tan obvio y manipulador, la saga Matrix es infinitamente superior, no solo por esa inolvidable primera película bien budista, sino que incluso, las continuaciones forzadas por el éxito de la primera son bastante dignas. Y la saga concluye muy cristianamente con Neo sacrificándose para sellar la paz entre hombres y máquinas.
Termina el enfrentamiento, la falsa dualidad.
Matrix respeta la religiosidad tanto oriental como occidental.
Star Wars solo la banaliza y convierte eso en un fabuloso negocio de dominación cultural, ideológica y económica.

jueves, junio 15, 2017

TRITRI DESAPARECE






El domingo 26 de marzo de este año, Tritri me llevó a tomar el tren a la estación, como hacía siempre.
Yo no tenía necesidad de ir ni de quedarme. Estaba en el limbo. Me decidí por ir a una meditación activa de Osho. Lo necesitaba pero tampoco tenía en claro porqué.
Lo extraño fue que el tren llegó como 10 minutos adelantado y nos tuvimos que apurar a bajar.
También, casualmente, se cruzó con un amigo que no veía mucho y se quedó bromeando con el. El amigo se tomaba el mismo tren que yo.
Fue rara la situación, duró un segundo. Mientras el reía con su amigo, lo abracé, lo besé y le dije: -Cuidate.
El solo asintió como ido, en otra cosa.
Normalmente me largaba el sermón en el auto, los dos solos: -Pablo, cuidate, tomá la pastilla, no tomes mucho alcohol, cuidá tu salud.
Ya en Buenos Aires, el miércoles a la noche fui a la famosa meditación de Osho, fue una especie de baile coordinado con música electrónica de fondo. Como un taichi dance.
Luego de una hora, extenuados, nos tiramos en el piso y meditamos.
Ahí también pasó algo raro: la intuición del vacío, la paz. La famosa y temida mente en blanco.
El jueves 30 de marzo escribí una reflexión, una intuición sobre lo vivido en este blog, cerca del mediodía.
Luego llamé por teléfono a Tritri, bromeamos sobre temas del consorcio porteño. Estábamos alegres, distendidos.
Al rato Tritri empezó a sentir un dolor agudo en el vientre y mamá lo internó. Nos avisó a sus hijos y nos dijo que no nos preocupáramos, que los médicos decían que probablemente era una diverticulitis, que el viernes ya iba a estar bien.
El viernes 31 siguió todo igual, le escribí por whatsapp a Tritri, me clavó el visto y no contestó.
Salí despreocupadamente después de almorzar a caminar y me olvidé de cargar el teléfono. Caminé de San Cristóbal a Congreso, de Congreso al Bajo, del Bajo a la Legislatura porteña. Apagué el teléfono para que no se terminará de descargar. No había nada que temer.
En la Legislatura porteña se estaba jugando un Magistral de Ajedrez, me encontré con un par de amigos, recorrimos el Torneo, bromeamos y fuimos caminando hasta Callao y Corrientes a comer una pizza.
En ese momento, esperando la pizza, decidí prender el teléfono. Aparecieron mensajes y llamadas perdidas por doquier. Me comuniqué con mi familia: no entendía nada, estaban operando a Tritri y estaba grave.
Una sensación de estupor, de irrealidad, terminó de apresarme.
Corrí al depto, hice un bolso y me tomé el taxi a Retiro.
Cuando iba en camino, me volvieron a llamar: mi tía lloraba y me dijo que me quedara tranquilo, que lo seguían operando.
Ya está, desapareció, sentí, mientras asentía y me subía al micro.
Todo el viaje a Suárez no dormí, pensé lo sagrado de la vida y la muerte, las conexiones misteriosas que hubo esos días entre los dos, la sensación de que lo había liberado de su sufrimiento, todo lo que Tritri me dió. Otra vez: solo sentía paz y agradecimiento.
Cuando llegué a la sala velatoria, Tritri ya no estaba, solo vi su rostro, que parecía sonreír.

domingo, junio 04, 2017

SER HUMANO

La inesperada muerte de mi viejo me trajo de regreso a la vida.
A comprender que tengo que amar lo más pueda a mi familia y seres queridos, porque se pueden ir en cualquier momento.
O uno mismo, nunca sabe hasta cuando vivirá.
Aunque suene cursi, primero, antes que iluminado, gurú, sensei, tenés que aprender a ser humano.
Siempre fui muy robotito, desde chico, metido dentro de mi mente.
Y eso está mal, eso es lo que enferma.
Llegando a los 45 comprendo que lo que antes me parecían lugares comunes, tilinguerías, son la esencia de la vida.
Demasiado ego, te vuelve ciego y no te deja vivir en paz.
Acá y ahora todo es hermoso y perfecto, todo es un regalo divino, que puede desaparecer en cualquier momento.