martes, abril 11, 2006

La cultura del mal absoluto

Ahora que se cumplen los 30 años del último golpe militar de la Argentina, me parece pertinente hacer un análisis de lo que pasó en aquella época y compararlo con la reciente destitución de Aníbal Ibarra del Gobierno de la Ciudad.
Hoy día, en que hasta los militares piden perdón, hoy que la sociedad logro un casi absoluto consenso sobre el pasado demonizado, hoy que gracias a Kirchner ser “zurdo” es moda, sería interesante plantearse esta tendencia tan argentina de echarle siempre la culpa a un responsable único y lavarse las manos de la responsabilidad individual.
Recordemos que cuando se produjo el golpe del 76, el peronismo tenía un gobierno débil y ridículo, representado por una mujer no capacitada para el puesto, que en verdad era manejada por un asesor siniestro, López Rega. Asimismo, las luchas internas del peronismo divididas entre la ultraizquierda de Montoneros y la ultraderecha manejada por el “brujo”: la triple A, utilizaban el país como campo de batalla para peleas que sólo le interesaban a ellos. Y si bien hubo gente brillante en Montoneros, como Rodolfo Walsh, no dejan de ser un grupo de iluminados que quería cambiar el mundo mientras el resto del país no lo quería. En ese contexto histórico tan particular, el golpe fue celebrado por la mayoría del país, incluso intelectuales que hoy posan de ser los abanderados de la ética y la democracia. Claro, después se desató la barbarie, el horror, algo muy común en las fuerzas de seguridad argentinas y del mundo.
Entonces, no hubo mal absoluto: hubo responsabilidades menores y mayores, pero sólo una sociedad enferma permite tamaña tragedia
En este contexto actual, hay gestos demagógicos como la creación del Museo del Horror en la Esma, guiñándole un ojo al Museo de Auschwitz. Otra vez la exageración, no se puede comparar una situación de guerra interna con miles de asesinados desaparecidos (sin justificar, claro), con un crimen al pueblo judío y a la humanidad. Acá no hubo ninguna provocación siquiera, y fueron millones los masacrados. La barbarie siempre es barbarie, pero la magnitud de cada catástrofe hace que la comparación se por lo menos, desubicada.
Argentina 2006. Aníbal Ibarra es destituido de su cargo de Jefe de Gobierno por la tragedia de Cromañon: 194 muertos.
Aquí la derecha representada por Macri se mostró muy inteligente para utilizar el discurso de la izquierda y terminar dándole su propia medicina. ¿ Porque un jefe de la ciudad tiene que saber algo de Cromañon? ¿Qué responsabilidad le cabe? Para eso hay funcionarios responsables en cada área, para eso existe un dueño del boliche, una banda que acepta tocar en condiciones lamentables. Otra vez la tentación del mal absoluto: la culpa la tiene Ibarra, la culpa la tienen Videla, Massera y Agosti.
Para los que fuimos alguna vez a algún boliche de Chabán no es una sorpresa que haya pasado algo así: Cemento era terrible, cuando uno entraba sabía que podía llegar a no salir con vida. Justamente esa es la gracia, el encanto de los lugares decadentes y repulsivos que Chabán manejó. El mismo nombre de “República Cromañon” da una idea de que se puede encontrar allí. Chabán siempre vendió la experiencia rock como un viaje a lo primitivo, a la suciedad, eso era lo que comprábamos lo que íbamos allí. Y también hay que reconocer que la mayoría de los grandes del rock comenzaron de su mano. A su manera es un artista.
Siempre supo que algo podía salir mal, pero como nunca le había pasado nada, se confió. Y tendrá que pagar por ello, pero yo también me haría cargo de la responsabilidad de cada persona que fue al recital y sobre todo, de la banda que se ceba por el dinero y mete mas gente de la que puede entrar, sin la seguridad correspondiente.
¿ Y que tiene que ver Ibarra? Nada, el fue la primera víctima de un golpe de estado institucional dado por la derecha que usufructuó el discurso de la izquierda.
Como peronista progresista que soy, le pediría a los gobernantes y a la sociedad toda que se hagan cargo cada cual de la responsabilidad que nos toca. Hoy más que nunca, ser de izquierda no significa que tengamos que comer vidrio.

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