Mauricio Macri llegó al Gobierno de la Ciudad gracias a la tragedia de Cromañón. Es un hecho. A partir de allí, nadie quiere arriesgar nada y habilitar un local nocturno cuesta un Perú. Eso ha generado que desde 2004 a la fecha se abrieran cientos de lugares fuera de la ley en la ciudad. Videoclubes, casas, diversos sitios donde pasan cosas maravillosas a nivel artístico, de gente que, como la mayoría, no puede pagar un teatro o un boliche para tocar.
También es cierto que el rock siempre fue marginal, pero uno pediría un poco menos de hipocresía y que haya lugares habilitados para todo el mundo.
Anoche pude ver brutalmente el contraste entre la cultura que propone Mauricio y la que se genera a contrapelo del oficialismo. En el Centro Cultural Recoleta hubo un festival artístico bancado por la marca Puma (¿¡?) todo muy lindo, mucha gente, mucha chica hermosa, mucho turista, hasta vendían cerveza, pero, ¿qué hacía la reina del rock indie Rosario Bléfari tocando en un festival neoliberal, encima dando uno de los peores shows que le vi en su vida?
Más tarde, lejos de allí, en Casa Rosa, vi dos de los mejores shows en mucho tiempo, uno acústico y otro jazzero. Lo que jode es que la hipocresía del sistema hace que uno se sienta un poco fuera de la ley por asistir a lugares copados, con gente aún más copada que se hace de abajo, lateralmente, marginalmente y que no encaja en la versión aséptica, fashion que tienen de la cultura Mauricio y sus muchachos.
Seguiremos entonces tomando casas copadas como la Rosa (que no es la Rosada) y haciendo de nuestro arte la contracultura.
Recurso
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