jueves, marzo 01, 2012

BUSCANDO DESESPERADAMENTE A CESAR AIRA


Ando caminando por Flores y recuerdo que por acá vive César Aira, que en sus cafés escribe sus inclasificables libros, que en sus gimnasios entrena. Me fijo en la Guía Teléfónica (si, figura en guía) y encaro para su casa.
Siempre llevo en mi mochila algunos ejemplares de "He visto a Lucy", así que la idea es dárselo. En 2004 cuando saqué "Farándula" se lo llevé también pero me atendió su hijo.
Pasaron muchos años, no reconozco las calles, ni siquiera su edificio. Cuando toco el contestador me atiende su mujer, con desgano me pide que deje el libro en el kiosco de la esquina. ¿El kiosco de la esquina? Ok.
Nunca lo vi a Aira personalmente, pienso que tal vez sea un hombre gris de anteojos, sin sentido del humor o que se ríe de cosas que uno no entiende.
¿Que busco en Aira?
Los mundos maravillosos, delirantes, irrepetibles, geniales y a veces idiotas de sus libros sólo viven en su imaginación y nos son obsequiados como un divertimento excéntrico y delicioso.
Tal vez, pienso, sea una mayúscula decepción conocer a Aira.
Cuando estaba en la radio, en Suárez, lo llamé varias veces para tratar de conseguir una entrevista, sabía que no le da notas a nadie, pero igual lo intenté.
"Preferiría no hacerlo" me dijo.
Tampoco ayuda decirse pueblerino vecino (de Coronel Suárez a Coronel Pringles) porque me consta que no tiene precisamente una relación cordial con su pueblo.
Y eso me encanta, claro.
Como dice el personaje de "El cazador oculto" a uno le gustaría hablar por horas por teléfono con su escritor favorito, porque uno lo siente como un amigo de toda la vida.
Pero Aira no, el elige solo enloquecer en sus ficciones, después es un personaje misterioso, ápatico, que realiza una vida rutinaria y no quiere que le rompan las pelotas.

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