martes, agosto 24, 2010

JUSTICIA POÉTICA


Soy peronista por una cuestión de justicia poética: siempre fueron las cosas muy desiguales en este país, en este continente, por lo tanto apoyo al único que repartió la torta, mal o bien, a la derecha o a la izquierda. Más o menos fascista, más o menos nazi. Al que hizo la revolución de la buena leche.
Y como decían mis bienodiados Piojos: yo le pido a San Jauretche/que vuelva la buena leche. Y la buena leche volvió, volvió con una versión 2.0 del peronismo, que es el kirchnerismo.
Claro, me dirás mi amor: y la minería a cielo abierto? y Moyano? y esto y aquello? Claro, claro que si.
Si y no, como dice mi sensei.
Claro, que van a decir Clarín y La Nación de Papel Prensa, pensaba hoy: si en todos los países del mundo pasa que dos diarios se apropian ilegalmente del expendio de papel para todos los medios escritos...
Claro, que va a decir Clarín de la fusión de Multicanal con Cablevisión,de Fibertel, del monopolio en todas las putas vias de la comunicación. Claro, si y también que van a decir los K, que se los cedieron gentilmente...
Por eso, ni soy un militante setentoso ingenuo y pelotudo que se va a hacer matar por un ideal, ni soy un cínico total al que todo le da lo mismo.
Las cosas en su justa medida.
Esto ya lo he dicho muchas veces en este blog: los K no son niños de pecho, honestos e incorruptibles soberanos de la libre expresión. Son turros, muy turros, son unos hijos de re mil puta, pero justamente se necesita alguien que sea más hijo de puta que los hijos de puta que siempre dominaron este país para mover un poco la cosa. Claro, no lo hacen por el bien de la humanidad, lo hacen por venganza, por lucha de poderes.
Si pero pará: ¿alguien más en la puta historia de este país llegó a hacer algo así? No, claro que no, nadie nunca llegó tan lejos, ni Perón, ni Evita ni la concha de la lora. Y ya sabemos como terminan los que quieren hacer las cosas bien, como Alfonsín.
Entonces, digo, se produce una maravillosa música, una insólita justicia poética cuando chocan las fuerzas del mal. Y uno siente que algo no está del todo mal, que algunas cosas se emparejan, que los porongas también se comen un porongazo.
Y esa música es tan dulce, tan encantadora...

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