Hubo un tiempo que fue horrible en la Argentina. Años 70 y 80. Películas muy mal filmadas y muy habladas. Muy literarias en el peor sentido del término.
Años 90: aparece una generación (mi generación) que decide hacer exactamente lo contrario: hablar poco y nada y filmar más cuidadosamente. Al principio es interesante, pero luego todas las películas son iguales.
Pero hubo alguien que vió esto antes y lo modificó a tiempo: Martin Rejtman.
El llegó primero que todos y fue influencia de todos en eso de hablar lo justo y contar una historia mínima. "Rapado" nos marcó. Pero para su última película " Los guantes mágicos " Rejtman se despega sutilmente del embrollo en que lo habían metido: allí, los personajes hablan y hablan y hablan, pero lo que dicen es interesante. Se ve que vió a Rohmer y también que estaba harto de esos hijos bobos que le salieron.
Moraleja: se puede hablar mucho en una película mientras lo que se diga sea interesante y también tenga un planteo cinematográfico, no teatral. Y si no tienes nada que decir, joven argentino, mejor dedicate a la política.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 21 horas.
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