sábado, diciembre 01, 2018

DE LA MEDICACIÓN A LA MEDITACIÓN




La palabra meditación confunde con su lost in translation.
Pasa que no hay una palabra adecuada en español o inglés para lo que en japonés es zen, en chino chan, en sánscrito dhyana.
No mente, que la mente ha sido apartada, que se ha detenido, explica Osho que quiere significar meditación.
Hace un par de años que vengo practicando las meditaciones activas de Osho y muchos más años que leo casi exclusivamente sus libros.
Yo, como MiraventZen, fui siempre un devoto del zen, aún sin saber que carajo significaba zen.
Intuiciones que uno tiene, recuerdos tal vez de una vida anterior.
Lo cierto es que intenté con el zazen, intenté con mantras y la verdad es que la mente no se detenía, se aceleraba aún más y me volvía loco.
Hasta que Osho explica que inventó justamente las meditaciones activas para la gente que no puede estar sentada en paz. Por eso les agregó música, baile, catarsis, locura y humor.
Ahora si que me siento como pez en el agua.
Y hace 15 días hice un retiro intensivo que fue lo mejor que me pasó en la vida, mezcla de meditaciones activas de Osho con los koans que también vienen del zen, de otra escuela zen, con un post Osho, que también existe claro.
Y como nunca, experimenté esa no mente, ese apagar la computadora y ver que pasa.
Perder el miedo y tirarse a la pileta.
Allí aparece la unidad, que está dentro nuestro y a la vez interconectada con toda la naturaleza y el Universo.
Esa es la única experiencia real que podemos tener en este mundo.
Todo lo demás es pura sarasa.
Y por si esto fuera poco después de días de silencio y koans, salió a la superficie la verdad que toda la vida me enloqueció y que ningún psicólogo, psicoanalista o psiquiatra pudo descubrir.
Es que la ciencia occidental solo llega a lo superficial, a la mente, al ego.
Esto es un salto cualitativo, no es escribir un libro sobre el agua. Es zambullirse en el mar.
Una dimensión completamente diferente.
Y también dejé la medicación, que solo barre la basura por debajo de la alfombra y que después se vuelve un problema más grave aún, nos envenena por dentro, como todo lo que se reprime: la ira, el sexo, lo que fuera.
Por décadas fui un zombie, como tantos cientos de millones en el mundo, que se dopan para no sentir nada porque le temen a su mente.
Hay que dejar el temor, soltar amarras y tener confianza: hay vida más allá de la mente. Es más: allá afuera y acá dentro nuestro está el infinito, el todo, la creación.
Lo que algunos llaman Dios.
Me causa mucha risa cuando nuestra cultura occidental critica a la oriental diciendo que son ateos, que no creen en Dios.
En principio, no habría ningún problema con ser ateo. Pero no es así.
No creo en Dios, conozco a Dios.

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