viernes, diciembre 28, 2018

CUENTO DE VERANO






Publicado originalmente en 2007, cuando lo leí afiebradamente de ojito en el Ateneo Gran Splendid, Random House Mondadori vuelve a editar astutamente este librito sobre la playa y el verano, justamente en el verano.
Extraña y fascinante cruza de autobiografía, ensayo y belleza pura, sin necesidad de catalogarla, en "La vida descalzo" Alan se relaja, se pone en pelotas y saca lo mejor de sí.
Comparada con una obra grande en tamaño e intenciones, como "El pasado", esta obra pequeña, lateral dentro de su bibliografía, no por eso es improvisada o light.
Y humaniza a su autor, donde descubro, ya de grande, que detrás del erudito implacable, se oculta un niño feliz que necesita de los mejores recursos literarios para expresar su euforia, para contar todo lo que ve y siente, con esas oraciones tan típicamente suyas, largas enumeraciones donde parece llegar al límite, quedarse sin aliento.
A veces también, como me pasa con su adorado Proust, se va de mambo, se interna en el mar del lenguaje y lo pierdo de vista, me cansan un poco esos gozos masturbatorios con el lenguaje.
Pero en la mayor parte del libro lo que ocurre, es la epifanía del tipo que sabe combinar naturalmente, como si fuera fácil, una reflexión playera con la cita de un libro o una película exquisita.
Y ahí es donde Alan recuerda al mejor Borges, solo que es un Borges con cuerpo, no simplemente con una mente brillante.
"La vida descalzo" me confirma la superioridad absoluta, aplastante de Alan Pauls dentro del panorama de la literatura contemporánea en español.
Y también percibo que en la literatura, como en la vida, para lograr el Nirvana no es necesario llegar a nada, alcanzar la iluminación como si fuera una carrera, como si fuera el acto de subir una escalera.
Solo hay que bajar 10 cambios y lograr ver lo que ya estaba allí desde el principio.

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