El amor del que suelen hablar Osho, Buda, Cristo, Mahoma y demás iluminados, no es el amor de pareja, es un estado de conciencia superior, el nirvana, la iluminación, en donde el ser comprende que todo está interrelacionado, que todo es uno, que todo es amor.
Ese amor, prescinde del sexo y de comer carne porque es la espiritualidad pura. Para llegar ahí es que meditamos.
Pero las cosas se confunden con el tema del amor de pareja, ya que se impuso en el mundo ese mito judeo-cristiano, hollywoodense, de que uno tiene su media naranja, se tiene que casar con ella, tener hijos y compartir la vida hasta que la muerte los separe.
Esto es claramente una construcción cultural, no la verdad.
Es hermoso enamorarse, es hermoso garchar, pero no existe la estabilidad en este amor chiquito.
Por suerte, además de Hollywood, tenemos a los franchutes, que son los que la tienen clara en casi todo. Te tiran con su biblioteca, su videoteca, su discoteca, su hemeroteca y su sabiduría de vida.
Estrenada el año pasado en Argentina y el mundo, me había perdido esta joya de Claire Denis, que es una adaptación de nada menos que "Fragmentos de un discurso amoroso", el mítico ensayo de Roland Barthes. Lo que da pie para otra colosal actuación de la divina Juliette Binoche, sin duda la mejor actriz del mundo mundial.
Ella es una artista exitosa, cincuentona, divorciada y con una hija, que busca infructuosamente el amor verdadero y no lo encuentra. Prueba, prueba, vuelve a probar y a fracasar.
La hermosa y transparente máscara de Juliette me hizo pensar en tantas artistas que conozco de acá y allá. Y me hizo comprenderlas y quererlas más.
"Un bello sol interior" es una bella historia tan real, graciosa y triste como la vida que vivimos todos.
Esto si que es la más pura verdad.
Y el final cabeza a cabeza entre Juliette y Gerard Depardieu, mientras bajan los títulos, es de lo más hermoso y tierno que he visto en mi vida.
Francia rules, no solo en el fútbol.
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