jueves, diciembre 23, 2010

"No se quien soy, pero estoy"



Por suerte, la vida no es lineal, lo sabemos los cronistas, hastiados de tantas sorpresas obvias, en busca siempre de la historia increíble. Somos como músicos o como psicoanalistas, con un entrenamiento especial para captar si algo es trascendente o no en pocos minutos. Si esa melodía tiene algo especial, si esa construcción semántica intenta decirnos algo. El cronista como músico y psicoanalista frustrado, con un oído especial para la música de las palabras, para las buenas historias. En verdad, todas las vidas, hasta la más insignificante, tienen algo interesante, algo que enseñarnos, pero hay vidas más especiales que otras y no hablo aquí de dinero y fama, hablo de esos personajes de la vida, de esas estrellas de bajo perfil, que tienen historias mucho más excitantes que la de los imbéciles que aparecen con Tinelli. Son los personajes reales. Más increíbles que cualquier ficción. Es difícil dar con ellos, pero a veces lo logramos y eso justifica esta noble tarea de escribir.


Presentación del personaje:


Hernando Santos Nicolini, porteño nacido un 8 de abril de 1946, periodista deportivo, políglota, promotor de box, empresario, escritor, pero por sobre todas las cosas, personaje entrañable. Se lo ve feliz en un modesto hotel local, como ha estado feliz seguramente, en hoteles internacionales, de 5 estrellas, en los destinos más estrambóticos del mundo. Dirá varias veces que ha tenido una vida intensa, como al pasar, como quien sugiere antes que dar detalles que no vienen al caso. Hay que empezar por algún lado, porque una vez que comienza, Nicolini ya no puede parar de contar historias, como quien está lanzando golpes, peleando por el título mundial.
¿Y cómo empieza la historia de su llegada a Suárez?
“Yo conozco a Ernesto Blanco de Pigué, de hace muchos años, es un fabricante de boxeo extraordinario, un hombre que ama el boxeo, un gran tapicero, que toda la fortuna que ganó con la tapiceria la invirtió en el boxeo, o sea que ahora vive bien pero no tiene nada, tiene un ring que vale una fortuna, es el mismo ring que usa TyC, esa infraestructura debe valer hoy no menos de 25.000 dólares, es el ring con mejores luces que yo conozco después del Luna Park y el de TyC que viaja por todo el país. Hace 5 años Blanco me propuso manejar la carrera internacional de Matías Ferreira, porque el agente anterior lo tenía postergado por la “Hiena” Barrios que pelea en el mismo peso. Matías todavía es joven, tiene 28 años, tiene 130 peleas como aficionado, peleó en Mongolia, en Rusia, en Europa, en el equipo nacional, 5 años en el Cenard con el mejor entrenador cubano, Servelio Fuentes. Matías viene reapareciendo de a poco de una lesión que tuvo, lo que estamos buscando es que pelee por el título sudamericano”.

Una vida intensa:


“Mi padre era abogado penalista. Su consultorio jurídico estaba en Rodríguez Peña 661, donde ya estaba la sede del Círculo de Periodistas Deportivos de la Argentina cuyo primer presidente fue López Pájaro, el padre de Julio Ricardo, me crié en ese barrio hasta los 8 años. Mi mamá venía de la isla del Tigre, o sea que durante la infancia me pasé muchos veranos pescando en la isla, juntando ciruelas con mi abuelo, viendo como mi bisabuelo con 105 años pisaba la uva para hacer la vineta y la grapa, tuve una infancia muy bonita. Cuando terminé el secundario ingresé a la Facultad de Filosofía y Letras donde di 15 materias de Sociología con un promedio de 9.50 pero un día me atrapó el periodismo, y hacía las dos carreras, y me recibí de recibí de periodista deportivo en el Círculo de Periodistas Deportivos, con 21 años, tenía de compañero a mi izquierda a Lázaro Silverman y a la derecha a Mauricio Goldfarb, que no dicen nada pero dicen todo porque Silverman se hace llamar Marcelo Araujo y Goldfarb es Mauro Viale. Nos recibimos en 1967. Yo en el 66 ya llevaba dos años relatando boxeo en preliminares. A los 17 debuté en Radio El Mundo reemplazando a un periodista que no fue, en un partido entre Lanus y Ferro. Trabajé entre otros, con el poeta de Buenos Aires, Julián Centella, con Silvió Soldán, con el Dr. Florencio Escardó. De chico fui fanático de Boca porque provengo de una familia de genoveses, todos longevos, mi abuela murió de 97, mi bisabuelo de 107 y tengo una hermana de mi abuela menor de 105 que vive en Génova. Siempre quise el deporte, siempre me interesaron los idiomas, de chico me crió una francesa porque mi papá trabajaba y mi mamá también, aprendí a escribir y leer francés a los 5 años. Mi abuela me enseñó el italiano a los 7, iba al colegio y escribía en español y a los 12 me metieron en la Cultural Inglesa.
A los 14 mi papá me mando a Europa con mi mamá y mi hermana, estuvimos 4 meses recorriendo, París, Inglaterra. Hoy día hablo 7 idiomas, creo que es lo que me abre la puerta, que me permite los contactos deportivos, tuve la suerte de transmitir unos 40 o 50 grandes premios de Reutemann. Fue una vida agitada, rápida. Mi papá me independizó económicamente a los 16, me mandaba mucho a Europa a comprar turismo porque mandaba mucha gente de la Provincia de Buenos Aires a pasar el verano europeo a Mónaco, Niza, Venecia. En aquella época no había Internet, no había fotos satelitales, te vendían una cosa por carta o por teletipo y después resulta que las habitaciones eran un desastre y las comidas no eran buenas, y si te vendían una corrida de toros te daban el peor lugar, entonces los gallegos que iban a ver al cordobés pagaban a lo mejor 500 dólares una entrada y los ponían en un lugar donde valían 50. Entonces mi papá me empezó a mandar con 16 años a comprar las entradas y comprar los hoteles, a traer todo acá y que la gente viajara con eso. Por eso, según la cuenta que tengo entre los viajes de la Agencia de Turismo, los viajes con Reutemann, las peleas de Galíndez, Monzón, Locche, más los que he hecho como viajes de placer, más los que he hecho como agente de boxeo yo calculo que ya pasé los 300 viajes a Europa”.


Anécdotas de un campeón:


“Escribí un libro sobre el Che Guevara como deportista, investigué los 26 deportes que practicó. En castellano está agotado, ahora acaba de salir una versión en Brasil. En 2001 lo edité y lo vendí yo. Vendí 7.000 libros y ahora en Internet te los ofrecen a 100 pesos. En Brasil se publicó en 2008 y lleva vendidos 70.000 libros, pero le cambiaron la tapa, hicieron otra cosa y realmente el libro funcionó. Yo creo que siempre estuve metido en el negocio del box, porque Tito Lectoure hablaba poco inglés, y el ya sabía a los 18 años que yo dominaba perfectamente inglés, francés, italiano, castellano y portugués, entonces los domingos, el decía: yo soy como los marineros, cuando tienen franco van a pasear al puerto, el los domingos iba al Luna Park y me llamaba a mi. Algunos me conocen por Hernán, otro por Nicolini, en Europa me dicen Nic, o sea, no se quien soy pero estoy. Tengo muchos amigos, muchas historias, tengo la suerte de haber compartido con Monzón cenas con Alain Delon, con Natalie Delon, fui traductor oficial en Mónaco cuando Monzón le ganó la revancha a Nino Benvenutti nos invitó Rainiero y Grace Nelly a cenar, estaba Carolina. Tengo una anécdota muy linda porque me siento al lado de Monzón y teníamos 6 cubiertos de cada lado, entonces me dice: ¿cómo hago con tanto cubierto? Le digo: vos mirame a mi, se ataca de afuera para dentro, en un momento entró un señor todo vestido con un bastón, golpea y dice en francés que se podía comer el pollo con la mano, entonces comimos, dejamos los huesos y vienen con unas cazuelas de vidrio con agua y limón, y veo que Monzón agarra la cazuela para tomársela, era para lavarse las manos, entonces le digo: Carlos dejá eso ahí, y le pedí un agua mineral. Yo a Monzón le llevaba las revistas, la acompañaba a Susana Gimenez en los vuelos a las peleas. O sea, he tenido una vida intensa, conocí al Che Guevara, en el aeropuerto de Carrasco, yo tenía 16 años.- Tienes que estudiar muchos idiomas, Latinoamérica va a salir de la pobreza si estudiamos, si tenemos salud. Sino vamos a ser dominados por los grandes capitales- me dijo. Tuve la suerte de tener una audiencia y ser bendecido por Juan XXIII, el Papa bueno, soy amigo de Omar Sharif, cada vez que voy a Europa lo visito. Conocí como turista lugares impresionantes del mundo, conozco 140 países, 1800 ciudades, sólo me queda pendiente, y no creo que ya vaya porque es un viaje muy cansador, China, no conozco China. Tengo un biógrafo, que se llama Roberto Petachi, es un alumno mío que va anotando las nuevas ciudades que voy conociendo. Praga es una de las ciudades más lindas del mundo. Yo este año tuve la suerte de estar dos meses en Eslovenia, lleve a pelear un boxeador del gremio de camioneros, Epi Martinez, por el título mundial y llevé en un semifondo al Patón Basile, ese que está todo tatuado, conocimos ese país que hace 20 años que se liberó, no hay un pucho en el piso, había un arroyo que atravesaba la ciudad y veía los pescaditos, yo me acordaba de la Boca y el Riachuelo. Conocí muy de cerca de Menem, a De La Rua, a Perón, mi tío abuelo era ministro de Perón, yo recuerdo haber ido a la quinta que tenía en Palermo antes que existiera la de Olivos y le transmitían las peleas del Luna Park especialmente para Perón, en 1950, el comentarista era Raúl Ferrito, que era radical, entonces un día le pidió una audiencia al General y le dice: -Yo no soy peronista, ponga un peronista para que le transmita la pelea-. Y Perón le dice: -Escúcheme Ferrito, ya se que usted no es peronista, pero me gusta como me comenta la pelea, usted no habla de política-.


El box, una enfermedad:


¿Porqué estar en el box? ¿Por dinero, por placer? “La gente confunde, cree que la Municipalidad banca estas peleas y la Municipalidad no puede tocar fondos para hacer eventos, puede, a lo mejor, armar una infraestructura con hoteles, comidas, etc. Yo no vivo del boxeo, tengo una Agencia de Publicidad y administro mi campo en Benito Juárez. El boxeo es una enfermedad, Blanco gana plata con la tapicería, vive bien y la pierde con el boxeo, hay otra gente que no, que lo encara como negocio, que vive de los boxeadores, yo como fui boxeador no lo hago, pero casi me quedo ciego y tuve que dejar. Fue muy corta mi carrera, pude haber sido un gran boxeador. Mi mujer me llevó a vivir extramuros, en Belgrano, no me ubico ahí, estoy muy lejos de la Catedral del Box, de Retiro, de los cines y librerías de Corrientes, muy lejos de los teatros y la noche, aunque ya la noche no existe. Estoy muy lejos de todo, en Belgrano hay mucho shopping, a mi me gusta ir a comprar libros y cds por Corrientes. Lo acompañé a Enrique Cadícamo hasta los 98 años a tomar café en “La Paz”, ahí en Corrientes y Uruguay, todas las mañana

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