Esta historia es la de siempre. Es una y son muchas. Pasa ahora y seguirá pasando hasta el fin de los tiempos.
Una chica que uno conoce chateando, anónimamente.
Se niega a revelar su identidad, se escuda tras un alias muy sugestivo.
Como decía, es ella, pero ha habido muchas otras de ese estilo.
Pero es dulce y acompaña mis desvelos.
Me habla, me escribe. Realidad y ficción.
Se niega a presentarse. A tomar cuerpo. Tal vez sea mejor así.
El misterio femenino.
Todas las demás veces terminaron mal estas no historias, no conocimiento carnal, sólo una amistad virtual.
Es que uno se cansa de tanto blablabla.
Pero ahora pienso, me digo: ¿porque no?
Es simplemente la amiga invisible que se conecta cuando todos se van a dormir, me ayuda a relajar, una charla diáfana, amable, culta.
Es ella, la señorita corazón.
Esa que se hace llamar Marguerite Duras.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 3 días.
2 comentarios:
Pablo: Marguerite Duras vivió con todo el cuerpo, fue cuerpo de hecho, demasiado cuerpo.
Jaja buenísimo, ni que lo hubiera planeado. Marguerite..teléfono!
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