jueves, noviembre 03, 2011

DEL CINE COMO UNA ALUCINACION


Es imposible sustraerse indiferente al personaje Luis Ortega.
Nunca había visto nada suyo, pero leo con placer los reportajes que le hacen y ha dejado declaraciones antológicas, como la vez que dijo que Tinelli es peor que el paco.
También, claro, es el hijo de Palito y Evangelina y el hermano de Julieta, Rosario y demás famosos.
Y lo más importante de todo, lo que marca una filiación superior a la familiar: es el ahijado artístico de Leonardo Favio.
Pero, ¿importan realmente todos estos detalles cuando uno ve una película o lee un libro?
Estoy seguro que no, podría hacer como esos imbéciles, esos mediocres que dicen: es muy expuesto, pobres la madre y el padre, pobres los hermanos.
El tipo es un artista, con mayúscula. Y su trabajo es conmovernos. Eso es todo lo que hay que juzgar.
Hoy se estrenó su cuarta película, "Verano Maldito" basada en un cuento de Mishima, lo cual tampoco dice mucho, ya que la hora quince que dura el film es un festival de arte al estilo Luisito, que no le debe nada a nadie y que a la vez dialoga con Buñuel, con Favio y también con el asco que le producen muchas cosas de la sociedad actual. Aquí y ahora. Argentina 2011.
¿Puede alguien realmente ponerse a juzgar si la lascivia con la que filma a su hermana Julieta es real o ficticia? ¿Importa realmente? En todo caso, nuestro amigo le regala toda la película a su hermana en un gesto poco frecuente, la filma sexy, horrible, elegante, loca, y nos hace ver una actriz maravillosa, de la cual hasta aquí, teníamos pocas pistas.
La película está llena de pequeños detalles, geniales algunos, otros muy volados y de pequeños momentos que harán el regocijo del cinéfilo, como cuando incluye una escena en que Julieta se calienta de verdad en el mar y le pide que apague la cámara.
Película antológica por más de una razón, destinada a perdurar más allá de los puteríos de apellido o farandulescos, "Verano Maldito" (Ay, como me suena a Verano del 98, como me suena a Bo)nos muestra a un creador en la cumbre de su talento, con una sensibilidad extraña, incomparable, que ve al cine, o mejor dicho, a la vida, como una alucinación más poderosa que cualquier droga.

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