sábado, septiembre 18, 2010

VIAJES

Hace un rato llegué a Capital y me estoy yendo a La Plata de paseo. Hay una cierta mística del viaje, como si eso nos volviera distintas personas, como si nos pudiera cambiar la vida de un día para el otro. Siempre aborrecí a los imbéciles que se van de viaje iniciático porque se quieren encontrar a si mismos. Me parece que el viaje causa esa ilusión, como una droga alucinógena, de que vamos a pasar a otro estado de la realidad. Pero en verdad, volvemos siendo casi los mismos. En ese sentido,pienso que, como todas las drogas, debe ser consumida con precaución, muy de vez en cuando. El verdadero cambio se genera cuanto más quieto está uno y parece que no pasara mucho.
Sin embargo, amo los libros de viajes. "En el camino" de Kerouac, "Una excursión a los indios ranqueles" de Mansilla y tal vez, la mejor nouvelle de todos los tiempos, "El corazón de las tinieblas" es también una crónica de un viaje. Y mucho más claro. Podríamos decir algo así como que el sabio no vive el mismo viaje que el necio.
Ahora: llega la primavera, terminé mi ansiada nouvelle que describe una especie de extraño viaje y esta es la entrada número 1000 del blog.
¿Algo extraordinario está por suceder?

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