Me da vueltas en la cabeza desde el fin de semana pasado la película que vi. Cuando estaba en el cine me sentí varias veces incómodo, con ganas de irme, pero no podía resistir saber como terminaba semejante delirio.
Ahora a la distancia, la película me parece magistral, perfecta.
Hablo de "El hombre de al lado" la segunda película de ficción de Mariano Cohn y Gastón Duprat. Una dupla por lo menos llamativa, dúctil, heterogénea, que viene ganando todo en televisión, documental y ficción. Inventaron "Televisión Abierta", lo pusieron a Laiseca a contar cuentos de terror. Hacen intervenciones sutiles y a la vez contundentes sobre el campo intelectual argentino.
Pero claro, no son cool, no estudiaron en la Universidad del Cine, ni siquiera responden al modelo clásico de lo que debe ser un artista en tiempos kirchneristas.
Pero hacen lo que se debe hacer, pegan donde duele, donde nadie se atreve. La absurda historia de un diseñador que entra en litigio con un grasa por una ventana en la medianera que los separa, mete el dedo en varias llagas a la vez, lastima y por eso la incomodidad, el no querer reconocerse en ese imbécil exitoso.
Y el rescate de Daniel Aráoz y el hallazgo de Rafael Spregelbrud como actor, como antes fue con Laiseca y Sergio Pángaro, en su primera película de ficción, que ahora me muero de ganas de ver.
En todo caso, la moraleja que obtengo de esto es la siguiente: cuando uno es bueno obtiene el éxito y el reconocimiento, pero si es demasiado bueno tarda más en obtener la simpatía de todo el mundo, especialmente de cierto consenso de la crítica especializada. Hablo ni más ni menos, de ese concepto tan elusivo que es "estar de moda".
Recurso
-
Hace mucho tiempo yo tenía un recurso
para escapar de la tristeza
imaginaba una sábana blanca colgada al sol
yo era esa sábana que recibía
el calor y l...
Hace 3 semanas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario