lunes, mayo 25, 2009

PERSONAJES BONAERENSES


Los que escribimos lo sabemos bien: cada vez que hacemos un cuento, una crónica, un reportaje o lo que sea, hablemos de quien hablemos, siempre nos referimos secretamente a nosotros mismos.
Ayer jugué un hermoso torneo de ajedrez en Pringles, repleto de maestros y amigos.
Descubrí entre la gente a un tipo que hacía 20 años no veía, era de una ciudad vecina. Cuando éramos adolescentes siempre nos enfrentábamos y me tenía de hijo.
Ahora estaba irreconocible, ausente, perdido. Me presenté.
Inmediatamente me pidió que lo acompañara a fumarse un cigarro, le urgía contarme algo.
Me imaginé lo que vendría.
Diagnóstico de esquizofrenia, años encerrado en su casa sin salir salvo para comprar cigarrillos y comida. No trabajo. No minas. No estudio.
- Tomo 5 pastillas al día, me embotan y no puedo pensar bien en las partidas, pero es lo mejor, sin las pastillas alucino, me vuelvo loco, rompo todo- me dijo con una cara que procuraba impresionarme.
Me contó de las dificultades para adaptarse, de que su familia lo mantenía, lucía muy convencido en su rol de esquizofrénico.
Le dije que no se conformara con un diagnóstico, que buscara mas, le hablé del psicoanálisis, de lo bien que me había hecho, de que justamente los que analizamos jugadas obviamente debemos también analizar nuestra vida. No rendirse.
Me miraba absorto e incómodo, como si le estuviera sugiriendo que se hiciera romper el culo.
Volví a Suárez, salí a festejar. Me encuentro con otro personaje de la noche, de los dorados 80. Me tira su discurso siempre revulsivo y ácido.
Habla de mujeres y de trabajo. Me dice como en una revelación:
- No estoy ni bien ni mal, cambié de trabajo como cambio de mujeres porque me aburro, es siempre lo mismo. Ahora gano menos, pero igual me conformo, no porque me guste trabajar, que se yo, no tengo resto para gastar, pero los que tienen no la gastan, asi que estoy tranquilo-.

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