martes, noviembre 04, 2014

FREAKS




Juego al ajedrez desde chico.
Supe ser una especie de niño prodigio, al menos en Suárez. Gané el Torneo de Primera Categoría local a los 13 años. Ya en Buenos Aires, en algún momento supe entreverarme con los mejores.
Y hasta ahí llegó mi amor.
Llegó una edad en que sentí que me estaba volviendo loco. Y efectivamente, estaba cayendo en esa típica locura ajedrecística, que es un lugar común, que como todos los lugares comunes, tiene gran parte de verdad.
Como esa frase que dice: el ajedrez te hace más inteligente...para jugar al ajedrez...
El tema con el juego ciencia es que desarrolla la parte racional, del cálculo.
Y punto.
Hoy mi búsqueda va por desarrollar el otro lado: el espiritual, el intuitivo.
Igual no le echo la culpa de nada, me hago cargo de mi locura y mis errores, pero ya no me llama perderme un fin de semana para jugar un torneo y menos que menos, invertir horas de mi vida estudiando teoría.
Es como una especie de vicio el calcular, un entrenamiento paranoico, ahora me veo como el ex adicto a la cocaína que no quiere más lola y esquiva al ajedrez y también a los ajedrecistas para que no le recuerden su vicio y no le de ganas de volver.
También tuve experiencias novelescas con las internas en Coronel Suárez, donde somos 5 gatos locos que juegan, todos peleados entre sí, en lugar de contemporizar y hacer algo positivo.
Así que nada: me admito como freak, pero busco mi redención.
Me parece bárbaro que enseñen ajedrez en las escuelas, pero también tiene que ser obligatorio enseñarle a los pibes a meditar, a tener otra visión de la vida, no solo la racional.
Y a veces, a la noche, cuando estoy solo y aburrido en la computadora, juego al ajedrez partidas rápidas por internet con la culpa del vicioso que visita páginas porno.

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