A veces, muy pocas veces, leer es una experiencia extrema. En todos los sentidos.
Me pasa siempre que leo a Antonio di Benedetto. Ahora que leo "Absurdos", sus mejores cuentos. Cuando leí "Zama" su mejor novela.
Toca una fibra íntima mía como nadie. Golpea con un golpe seco mi talón de Aquiles.
Porque detrás de ese payaso loco que suelo interpretar, siempre hay un hombre triste, ganado por la melancolía, por el absurdo, el sinsentido de la existencia, que cala mucho más hondo acá en el pueblo.
Cuando se acaba la fiesta y llega el silencio, el hastío.
Hay como un aire enrarecido, es como vivir en una ciénaga que poco a poco, te va tragando.
Tal vez por eso lo leo muy de vez en cuando, para que no me haga tanto daño.
Ese funcionario venido a menos que se va quedando sin dinero ni esperanza en "Zama", la naturaleza salvaje y terrible de "Caballo en el salitral", los equívocos graciosos y oscuros de "El juicio de Dios", el gaucho loco de "Aballay".
Hay una tersura implacable en la escritura de di Benedetto, un tonito simplón pero poético que parece pavo pero poco a poco te va ganando y estrujando el corazón.
Es como quedarse sin aire en medio de una carrera.
Intuyo que todo habla bastante de su vida y por supuesto también de la mía.
Y es como una especie de secreto su obra, que vale mucho más que la de tanto famoso estúpido.
Pero claro, no es una experiencia fácil leerlo.
Nadie sale igual después de hacerlo.
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