Dias intensos de encuentros y desencuentros, de enfermedades, de insomnios, de tristezas y alegrías.
Eso es Buenos Aires.
La típica espera de la llamada que nunca llega, el amor siempre invisible, inalcanzable y los fantasmas del pasado.
Nuevos amigos y nuevos enemigos.
Y una certeza: el disco que presentó Deborah de Corral el miércoles a la noche, mientras Argentina daba lástima, pinta para mejor disco del año. Canciones simples y contundentes, varios probables hits, empezando por "Algo".La chica brilló como nunca en su rol de instrumentista, compositora, cantante, arregladora obsesiva, perfeccionista a más no poder. Pop de primera con actitud rock.
Y también, algo que nos une con DDC: no el amor, sino el espanto, el haber quedado clasificados por décadas en lugares donde no nos sentíamos cómodos y ahora por fin poder alumbrar obras locas y luminosas. Ella con su disco, yo con mi libro.
Habrá más novedades para este boletín.
Si fuera así...
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Si las gotas cayeran hacia arriba
hasta anegar el cielo
Si este otoño inesperado
no estuviera tan fuera de lugar
Si esta lluvia invertida
no lavara...
Hace 1 año.
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