martes, agosto 04, 2009

RAZONES PARA MATAR


José Pablo Feinmann nunca me cayó bien. Filósofo de izquierda, guionista discutible, escritor polémico, siempre da la impresión de hablarte desde arriba. Ni que mencionar el episodio cuando basureó a la comunidad blogger. Tiene esa típica ceguera de los setentosos que dicen: nosotros tratamos de cambiar al mundo y ustedes pelotudeando con el Facebook.
En fin, lo cierto es que Chanchin me regaló para mi cumpleaños "Timote" la última novela, crónica basada en el secuestro y posterior asesinato del general Aramburu por los Montoneros. Pensaba cambiarlo por otro mas afin, pero me tenté y comencé a leerlo. Y grande fue mi sorpresa cuando el libro me atrapó desde el principio y no lo pude soltar hasta terminarlo.
El famoso hecho narrado ocurre en 1970 y es fundamental para explicar todo lo que vino después. Los personajes son jóvenes de 23, 24 años que quieren vengar a Perón y sus muertos y no se les ocurre mejor idea que ejecutar a Aramburu.
Hoy en día andá a decirle a un flogger o un emo: matemos a alguien para cambiar el mundo, sacrifiquemos nuestra vida por Peron y Evita. Se te cagan de risa.
Y ojo, yo lo veo como una evolución, no una involución. Yo mismo por convicción budista soy incapaz de matar una mosca, más si hablamos de seres humanos.
Hay un abismo real entre generaciones, hace poco hablaba del libro con una amiga ex montonera que se tuvo que exiliar en España y me dijo: el asesinato de Aramburu fue un error. -Por fin un poco de autocrítica- pensé para mis adentros y ella agregó inmediatamente: al que había que matar era a Rojas.
Hay una parte importante de una generación que se subió a la Historia a lo grande y consideró que algunas muertes no eran nada comparadas con tantas injusticias hechas por el poder en la historia de la Argentina.
Sobre tantas tensiones, el libro se yergue sabiamente desde una saludable ambiguedad
que plantea entender la postura de los montoneros (los más cercanos a la ideología del autor) pero que a la vez ensaya ponerse en la piel de Aramburu, un personaje valiente y notable, aunque uno no esté de acuerdo con él.
Así el libro se desliza con fluidez y es imposible dejar de leerlo. En realidad nadie sabe muy bien que pasó, asi que el escritor se anima e inventa, recrea la Historia.
La tragedia se produce cuando los dos que se enfrentan tienen la razón, avisa Feinmann y es imposible no conmoverse, involucrarse con el duelo dialéctico entre Fernando Abal Medina y Pedro Aramburu. Los dos tienen razón decimos y tal vez también los dos están equivocados.
Y es que el peronismo da para todo: es un movimiento revolucionario, una revolución popular pero más de derecha que de izquierda. En ese sentido la confusión histórica de Montoneros fue creer que Perón iba a aceptar asi nomás a los jovenes zurditos de clase media alta.
Igual es un fenómeno fascinante, único en la historia política del mundo.
Y la Historia se sigue escribiendo, y el debate seguirá eternamente. Y el libro es un reflejo a la altura de los acontecimientos. Walsh no lo hubiera hecho mejor.
Y emociona porque uno no sabe de que lado ponerse cuando Aramburu acepta valientemente la muerte y le pide como deseo final a Firmenich que le ate los cordones, un chiste genial y después no llora ni patalea, simplemente dice: Proceda.
Y en todo caso, el libro deja la duda abierta de si esta muerte sirvió para mejorar algo o abrió la puerta para que se desatara la barbarie en el 76...

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