martes, septiembre 10, 2019

LIMBOS






Como obviamente no soy un iluminado pero me lo he pasado toda la vida buscando, me parece interesante y picante compartir con ustedes algunas impresiones de los limbos en los que uno puede extraviarse en busca de la verdad.
Uno de los limbos más difundidos desde hace décadas es el Yoga.
La mayoría lo toma muy livianamente, como si fuera una clase de gimnasia o expresión corporal.
Pero no es así. El Yoga fue una de las primeras religiones que surgieron en la India y en el mundo, tiene como 4.000 años de existencia y carga con una cosmovisión tan fascinante y compleja como discutible.
Sus posturas no son casuales: están destinadas a mover energías sutiles, a destrabar bloqueos emocionales y lograr el despertar espiritual.
Por eso: no tenga miedo, tenga cuidado.
También practiqué con un par de sectas budistas nacidas en Japón, que basan toda su práctica en entonar noche y día un mantra, es decir, una frase en japonés del Buda.
Una frase sagrada, que supuestamente guarda poderes mágicos.
Lo que se verifica claramente después de algún tiempo de repetir estos mantras es una especie de hipnosis, como si uno estuviera drogado, colocado.
Uno está relajado y feliz, siempre que no deje de entonar el mantra.
Algo bastante similar a las prácticas intensivas que me enseñaron de niño en el catolicismo, cuando se hacen esas maratones de avemarías o padrenuestros, combinadas con ayunos y ese tipo de cosas.
Limbos.
Ojo que también la práctica de las meditaciones activas de Osho pueden desvirtuarse cuando se toman como alguna gente toma cocaína.
Un frenesí, una euforia, un éxtasis, una celebración alocada que te deja más manija de lo que entraste.
Pero el limbo más oscuro de todos, es el limbo "científico": la psiquiatría.
Que trata enfermedades espirituales, emocionales, con droga.
Que no cura nunca a nadie, lo único que hace es esconder el síntoma, doparlo, anestesiar el dolor, la angustia. Pero no va a la causa del mal.
Así, la persona deja de sufrir pero también de sentir.
Millones de zombies que andan por el mundo drogados pero legalmente porque eso, dicen, es la ciencia y nadie les puede tocar el culo.
Y lo que pasa con todos los "locos" que conozco (incluyéndome a mí, claro) es que más antes que después, se vuelven a enloquecer y vuelta a cambiarle la medicación y la dosis y vuelta a empezar.
Lógico: si vos dormís una emoción, si barrés la basura debajo de la alfombra, tarde o temprano esa porquería te vuelve a tapar.
Puedo conversar amablemente con psicoanalistas o psicólogos.
Pero con psiquiatras no. Ni olvido ni perdón.
Son meros dealers, transas de falopa legal.
Y lo más gracioso es que ellos son el discurso establecido, cuando apenas tienen unos cien años de vida y las prácticas meditativas que tienen miles de años son lo "alternativo".
Jajajjajjaja. Contate otro.
Me tomo una garomba y todo me chupa un huevo.




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