miércoles, septiembre 25, 2019

GENIO Y FIGURA HASTA LA SEPULTURA





Hace 20 años yo era joven, tenía 27 y estaba perturbado.
Escribía en una revista muy particular y me sentía llamado a ser un cronista cultural cínico y agudo.
Eso coincidió con el lanzamiento del primer disco de Baccarat "Baccarat por el mundo" y del primer y único libro de Sergio Pángaro, "Los Señores Chinos".
La fascinación fue auténtica: Pángaro fue si duda el personaje del año.
La nota que le hice fue una mezcla de torpe, eufórica admiración y escarnio típicamente porteño, lo cual habilitó (no me enorgullece para nada) que luego otros cronistas de medios más grandes se tomaran a la chacota al bueno de Pángaro.
Anoche, 20 años después, el Museo Nacional de Bellas Artes le organizó un homenaje a Sergio y a la fecha, con charla, show, estreno de videoclip y brindis incluído.
Nobleza obliga, no podía faltar.
Todo fue muy íntimo, cálido y auténtico, algo raro en estos ambientes.
La admiración y el afecto con el que hablaron de Pángaro tanto el Director del Museo, Andrés Duprat, como el sociólogo y artista Roberto Jacoby y la experta en moda Victoria Lescano y la experta en arte oriental Amalia Sato fue conmovedora.
No olvidar que además de Director del Museo, Duprat es guionista de algunas de las mejores películas del cine argentino reciente, siempre dirigidas por su hermano Gastón y Mariano Cohn.
La primera de ellas, la inolvidable "El artista" lo tiene a Sergio como protagonista interpretando a un enfermero que descubre a un genio en su paciente perdido interpretado por Alberto Laiseca y se hace pasar por el autor de sus dibujos y triunfa en el mundo del arte.
Animador de la vanguardia platense en los primeros noventas, Sergio Pángaro hizo de si mismo su propia obra de arte, su propio ready made. La pinta impecable de dandy de la época dorada, el culto a la noche, la bohemia y el hedonismo.
Con Baccarat sampleaba las grandes orquestas del swing, jazz, bolero, tango, salsa y a partir de ahí creaba nuevas canciones y les cantaba encima.
Afinadísimo cantante, sutil escritor y poeta, performer de la vida, la de Pángaro es una batalla que sabe de antemano perdida. Genio incomprendido o comprendido solo por unos pocos, trabaja para la Historia grande del arte.
Con un estoicismo admirable, se mantiene fiel a su personaje inolvidable contra viento, marea y las crisis típicas de la Argentina.
Me acuerdo de la palabrita de moda hace 20 años: camp y los debates que esto generaba sobre si Pángaro homenajeaba a los géneros populares o se burlaba de ellos. También se nos hizo un poco antipático porque creó y al poco tiempo desactivó una de las bandas más deslumbrantes de las últimas décadas: San Martín Vampire.
En el, como en nosotros, seguramente operan las características de la Generación X, como decía en el post anterior sobre Miranda, pero en este caso de manera aún más brutal e intensa: megalomanía y autoboicot.
Pero ahí está Pángaro, 20 años después fiel a su personaje, nunca tan zen, tan sabio, tan humilde y satisfecho por el deber cumplido.
Y cuando lo veo se me cruzan unos versos alados de Pessoa: el poeta es un fingidor/finge tan completamente/que hasta finge que es dolor/el dolor que en verdad siente.

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