lunes, septiembre 02, 2019

LA INTIMIDAD SEGUN OSHO





La vida es un peregrinaje, y a menos que se alcance el amor, sigue siendo un peregrinaje que no lleva a ninguna parte. Continúa en círculos, y jamás llega el momento de plenitud en que se puede decir: He llegado, me he convertido en aquello por lo que vine. La semilla se ha realizado en las flores.
El amor es la meta, la vida el viaje. Y un viaje sin meta es necesariamente neurótico, fortuito, carece de dirección. Un día irás hacia el norte y otro día hacia el sur; todo será casual, puedes llegar a cualquier parte o a ninguna. Serás como una madera a la deriva a menos que tengas clara la meta. Puede ser una estrella muy lejana,  eso no importa, pero debe estar clara. Una meta lejana, eso está bien, pero debe estar allí.
Si mantienes la vista enfocada en ella, un viaje de diez mil kilómetros no es demasiado largo. Si sigues la dirección debida, incluso el más largo de los viajes no será problema, pero si sigues una dirección errónea, o no sigues ninguna dirección, o sigues todas las direcciones al mismo tiempo, la vida empezará a desmoronarse. En eso consiste la neurosis: un desmoronamiento de la energía, en no saber adonde ir, ni que hacer, ni que ser. No saber adonde ir, no saber que ocurre, deja un vacío interno, una herida, un agujero negro, del que emana un constante temor. Por eso viven temblando las personas. Pueden ocultarlo, pueden taparlo, no mostrarlo a nadie, pero viven atemorizadas. Por eso temen tanto la intimidad con otro: quizá el otro vea el agujero negro en su interior si le permiten una intimidad muy estrecha.
La palabra intimidad tiene raíces latinas: deriva de intimum. Intimum significa lo interior, el centro más profundo. A menos que tengas algo ahí, no podrás intimar con nadie. No puedes permitir que se dé la intimidad, porque los demás verán el agujero, la herida y el pus que sale de ella. Verán que no sabes quién eres, que estás loco, que no sabes adonde vas. Que ni siquiera has prestado oídos a tu propio canto, que tu vida es un caos, no un cosmos. De ahí el miedo a la intimidad.
Incluso los amantes rara vez alcanzan la intimidad. Y el simple hecho de la relación sexual con alguien no equivale a la intimidad, porque el orgasmo genital no es lo único importante en la intimidad, sino tan solo la periferia. La intimidad puede existir con o sin eso.
La intimidad está en una dimensión completamente distinta. Consiste en permitir que el otro entre en ti, que te vea como te ves tú, que te vea desde dentro, en invitarle a ver lo más profundo de tu ser. La intimidad está desapareciendo en el mundo actual. Ni siquiera los amantes tienen intimidad. Hoy en día, la amistad es una simple palabra; ha desaparecido ¿Por qué razón? Porque no hay nada que compartir ¿Quién está dispuesto a mostrar su pobreza interior? Todos quieren fingir: Soy rico, he llegado adonde quería, se lo que hago, sé adonde voy.
Nadie tiene el valor, ni está dispuesto a ello, de abrirse, de mostrar el caos interior y ser vulnerable. El otro podría explotarlo, y eso da miedo. El otro podría hacerse demasiado dominante, al ver que eres un caos. Al ver que necesitas un amo, que no eres, que no eres dueño de tu ser, el otro puede convertirse en amo. Por eso todo el mundo intenta protegerse para que nadie conozca su desamparo interno, porque si no, podrían explotarlo. En gran medida, este mundo se basa en la explotación.
El amor es la meta, y una vez que tengas clara la meta, empezarás a desarrollar una riqueza interior. La herida desaparece y se transforma en un loto. Es el milagro del amor, la magia del amor.
El amor es la mayor fuerza alquímica del mundo. Quienes saben utilizarla, pueden llegar a la cima más alta, a Dios. Quienes no saben utilizarla siguen arrastrándose por los oscuros recovecos de la existencia, sin alcanzar jamás las cimas soleadas de la vida.



1 comentario:

ericabosque dijo...

Tan cierto... tan real... descripto de una manera única.