Es un verdadero milagro (el auténtico milagro argentino) que en estos tiempos oscurantistas, patéticos, en que tenemos que soportar a todos los trogloditas, los retardados, votando en contra de los derechos, de las libertades individuales, se estrene una película como "El Ángel".
La nueva y extraordinaria película de Luis Ortega, antes adalid del cine independiente, es una superproducción internacional donde comparte créditos Hollywood, los hermanos Almodóvar y Underground, la productora de Sebastián Ortega, entre otros.
Le tenía un poco de miedo que ante tanto presupuesto, Luisito resignara libertad creativa, genialidad, pero nada de eso ocurre acá.
Es más: sube la apuesta creativa y transgresora: "El Ángel" es probablemente su mejor película, no solo la más cara.
Con la excusa de narrar el raíd delictivo de Carlos Robledo Puch, Orteguita mete su mundo privado, sus personajes de culto, esos que nos conmovieron en "Dromómanos", por ejemplo.
La crítica habló de influencias tarantinescas, pero me parecen relativas, acá estamos hablando de un creador único, singular, que no se parece a nada ni nadie.
Incluso hay que ver como funciona esa ironía lisérgica en el público masivo, ojalá que le vaya bien, pero es todo muy fino, muy sutil, muy absurdo.
Hay una constante resignificación de valores, transgresión, exaltación de la locura, el crimen, los degenerados, los raros, los anormales.
Demasiado tal vez para estos tiempos neo medievales.
Hasta Palito se come una gastada fenomenal con el personaje llamado Ramón (gran interpretación del Chino Darín).
Es una revelación el pibe Ferro, un debutante sin experiencia, que brilla respaldado por un elenco de lujo, una reconstrucción de los setenta preciosa y una banda de sonido imperdible.
Lo dicho: Robledo Puch es una excusa, acá el personaje inolvidable, entrañable, se llama Luis Ortega.
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