Osho no solo era muy crítico con los políticos y las religiones. También lo era con el arte en general. Decía que el 99% de las obras artísticas son puro ego, producto de la mente.
Por eso dividía ese arte que el llama subjetivo (como un vómito, puro ego racional) del arte objetivo, ese solitario 1% en donde aparece una verdadera conciencia meditativa, que viene del Ser, que viene de Dios.
Pienso que en donde más claramente se ve la verdad de la clasificación de Osho es en el arte contemporáneo. Una gran estafa, una gran boludez.
En Buenos Aires, París, Nueva York o en el sudoeste bonaerense.
Una gran estafa en donde circula mucho dinero como en una timba financiera que sube y baja los precios basándose en variables absurdas.
Sobre estas premisas esta construida, genialmente, "Mi obra maestra".
Uno podría pensar a priori que el trío de los hermanos Duprat y Mariano Cohn, a una década de su debut con "El artista", ahora ricos y exitosos, con películas de gran presupuesto, iban a aggiornarse, a ser más condescendientes con el mundo del arte. Es más, el Duprat guionista hoy es director del Museo de Bellas Artes, así que se cruza todo el tiempo con estos personajes de la vida real.
Pero lejos de aburguesarse, los hermanos Duprat han afilado la pluma y la lente (esta vez con Cohn produciendo).
Lo que en "El artista" y también en "El hombre de al lado" era pura canchereada (muy bien realizada), acá alcanza un grado de madurez muy llamativo.
Ya no son los enfant terribles del mundo del cine y del arte, no se conforman con burlarse, ahora también vienen a tallar como una especie de ensayistas (algo ya esbozado en la anterior película del trío "El ciudadano ilustre").
La novedad que incluye esta película es el valor de la amistad, esa variable tan relacionada con la argentinidad. El juego que proponen los hermanos Duprat con este film es: ok, el arte contemporáneo es una gran mentira, pero hay algo que puede superar esa estafa y redimir a los protagonistas, una gran amistad.
Así, el extraordinario duelo interpretativo entre Luis Brandoni y Guillermo Francella retrata esa amistad única entre el artista resentido y el galerista exitoso y alcanza niveles sublimes de humor negro, blanco y de todos los colores.
Esta película es un canto de amor a la amistad como solo puede verla un argentino estafador, pero en el fondo buen tipo, con códigos.
Hace rato que tengo la certeza que somos los campeones del mundo a nivel cine, con tanta riqueza y diversidad de estilos, talentos y matices.
En el fútbol ya no le ganamos a nadie, pero en el cine somos invencibles, somos tan buenos que ni siquiera ganamos ya tantos premios internacionales, porque las películas que se producen acá son tan geniales que exceden los estándares con los que se premian películas.
Notable.
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