Como corolario de una noche inolvidable, no pude dormir luego de mirar "Bastardos sin gloria", film de Quentin Tarantino de 2009, que en su momento había tomado por un capricho menor del gran estilista posmoderno.
Jamás pensé que Tarantino iba a superar la perfección formal de "Pulp Fiction" pero con este precioso y salvaje delirio, el italo-norteamericano se reinventa una vez más y de paso abre lo que llamaríamos el cine del Siglo XXI.
Un cine que abreva tanto de la alta como de la baja cultura, pero ya sin ironía adolescente.
Esto es arte: terrible, bizarro, pero cada escena es como un lienzo, como un cuadro del horror nazi y una revancha judía que se toma la muerte en serio y construye una tragedia de dimensiones épicas, no sin toques de humor, cinefilia, multiculturalismo y sobre todo: la venganza como un arte.
Siempre hablo mejor de Robert Rodriguez que de Tarantino, disfruto mucho el exceso endemoniado del chicano, pero acá su amigo sube la apuesta hasta niveles hoy insuperados.
Quentin paró la mano con la estilización de niño rico y encontró algo mucho más denso, compacto, abigarrado.
Que decir de tantas actuaciones magistrales, donde se ve realmente la mano magistral del director orientando a sus protagonistas.
Así construye la mejor película del Siglo XXI y da una pista de lo que vendrá.
Recurso
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Hace mucho tiempo yo tenía un recurso
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yo era esa sábana que recibía
el calor y l...
Hace 3 semanas.
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