martes, junio 14, 2011

VIVIR ES ARREPENTIRSE

Entre las sesiones de terapia intensiva de lo que a esta altura llamaremos chamorrismo (superado el trance inicial lacaniano)y las fealdades varias influídas seguramente por esas extrañas cenizas volcánicas... Hablaré entonces que me dispuse a caminar desde San Cristóbal a Constitución (que no son lo mismo aunque estén cerca) esquivando trapitos y travas, hasta llegar a un extraño complejo de cine arte que está a una cuadra de Plaza Constitución. Entré, sorprendido por la belleza y pulcritud del lugar, un oasis en medio de tanta mugre y previsiblemente, también me sorprendió el hecho que no había nadie fuera del personal. Quiero decir: un complejo de cinco hermosas salas pequeñas de cine sin una sola persona pagando la irrisoria suma de 6 pesos la entrada. Quiero decir: no es que no había nadie en mi sala, no había nadie en el cine, proyectaron la película que iba a ver exclusivamente para mí. Extraño privilegio tercermundista.
La simpatía que me generan Laiseca y la dupla Duprat-Cohn me movió a ver su última obra creativa, pese a que las críticas fueron más bien opacas. No se equivocaban. Esta película absurda, desagradable, innecesaria, se propone como el summun de cierta mala leche, mediocridad nacional, pero se queda a mitad de camino entre el homenaje y la parodia, es como una película de Jorge Polaco escrita por Eliseo Subiela. Y el contraste con los anteriores films de los artistas creadores es brutal, da lástima, da tristeza.
Dije, vamos a cambiar de barrio, y me fui pal norte, a la bellísima librería Gran Splendid, ahí en Callao y Santa Fé. Daba una charla el coolisimo Alan Pauls, que leyó un texto inédito, breve, previsible, pero interesante. Luego dialogó con Maximiliano Tomás y con el público. Y caí en la cuenta que el hermoso y algo afeminado Alan se ha posicionado en el centro mismo del canon literario. El es el Borges de nuestro tiempo, el erudito, pero también bello y eterno adolescente, el televisivo, una imagen perfecta de forma y contenido.
Entonces, también pensaba, es el enemigo a vencer. En todo sentido, no sólo por estética, sino también porque me da por el quinto forro de las pelotas esa onda de escritor profesional que labura de esto, no me interesa para nada escribir libros para vivir, vivir para escribir libros, ser un intelectual, un crítico.
A mi me mueve el corazón, en todos los sentidos.
Aparte me encantó como nos bardeó a los gorditos sexys, mostró su tremenda ceguera, intolerancia para con lo que no encaja en su mundo ideal.
La hora de los freaks, deformes, excedidos de peso, no televisivos se acerca y voy a hacer tronar el escarmiento.
Mientras tanto, sigo rechazando invitaciones de féminas a la espera de un llamado de María que nunca llega. Si, si, vivir es arrepentirse...
¿Viste Alan? En algo nos parecemos...

No hay comentarios.: