sábado, marzo 05, 2011

COMO PERDER UN TRABAJO DE UN MILLÓN DE DÓLARES


No nos engañemos: Charlie Sheen nunca fue un buen actor. Es un tipo limitado, pobre en su expresividad, que parecía condenado a protagonizar esas parodias berretas de Top Gun que ni me acuerdo como se llamaban.
Pero el destino le tiró un cable: todos sabían de su agitada vida privada, de su adicción al alcohol, a las drogas, a las putas caras.
A algún genio de la televisión se le ocurrió simplemente que hiciera en una serie de si mismo e inventó el resto. La serie se llamó "Two and a half men" y era la más vista de la televisión estadounidense. Charlie ganaba casi un millón de dólares por capítulo.
Allí hacía de Charlie Harper, un músico devenido jinglero, que lleva una cómoda vida en Malibú, que tiene mucho éxito con las mujeres y le da duro al alcohol (nada de drogas). Su confortable vida se ve interrumpida cuando su hermano se separa y se viene a vivir a su casa con un hijo preadolescente.
Debo confesarlo: miraba la serie y me divertía muchísimo, lo que un grupo excelente de actores (salvo él) podían hacer con eso era hilarante y se veía una mano maestra en los guionistas, agudos, zarpados, sucios hasta donde es posible (suciedades que las pacatas traducciones locales no reflejaban con exactitud). La serie duró varios años y cada vez se ponía más interesante porque el sobrino iba creciendo y transformándose en un adolescente, lo que daba pie para un montón de subtramas. Claro, uno dice: ¿ porqué estas series son tan elaboradas y las de acá son tan horribles? Es que allá manejan otros tiempos: hacen un capítulo semanal de veinte, treinta minutos, lo que permite levantar el nivel. Acá los telenovelones horribles hacen cinco capítulos por semana de una hora cada uno. Imposible hacer algo bueno con eso.
Pero la noticia es que Charlie la bardeó tanto, el personaje se lo devoró tanto, con tantos excesos, internaciones, denuncias, que levantaron la serie.
Cada vez repetían más los episodios viejos y daban uno nuevo muy de vez en cuando, igual los veía con placer varias veces.
Pero el tipo, encima de mal actor, es un imbécil, ya está, perdió el trabajo de su vida y ahora es historia.
Me hace acordar a ciertos personajes locales que tampoco entendieron el chiste ese de sexo, drogas y rocanrol, tipo Charly García, Pity Álvarez o mejor, Joaquín Levinton.
Primero la farsa y luego la tragedia. Creer que la autodestrucción conduce a un lugar glorioso y terminar babeándose como imbéciles.
Una lástima.

2 comentarios:

pablopompo dijo...

Primo, ya volverá. Ejemplos sobran, la historia que mas nos gusta desde los griegos es la de apogeo y caída. Antes solo se podia hacer una vuelta en esta calesita, ahora se pueden varias. Ejemplos sobran, can we say Robert Downey Jr? No hay mala publicidad, y los chicos malos hacen lo que a los chicos buenos nos gustaría.

Pablo Miravent dijo...

Ojalá! Saludos!