Buenos Aires siempre será la puta cara, la chica sofisticada, cosmopolita, que vibra al ritmo de las tendencias mundiales. También parece ser la única que te garantiza la entrada al Olimpo de los grandes artistas,comunicadores,escritores.
Coronel Suárez es la chica buena, simple, sin mayores dobleces, que te aburre un poco porque siempre habla de lo mismo y no lee mucho, ni entiende a la vanguardia.
Así que siempre sentí esa pasión oscura, obsesiva, desenfrenada por Buenos Aires, una chica que sé no me quiere demasiado, que sólo se divierte un rato, pero que me hace sentir realizado.
Ahora Suárez es la que me da trabajo, me valora y aguanta. Lo que me lleva a pensar si la pasión con Buenos Aires es real o es simplemente la sublimación de la necesidad de ser famoso, popular, transformada en una atracción sexual inexplicable.
Porque incluso lo que estoy haciendo en Suárez profesionalmente es impensable que pudiera hacerlos jamás en Baires, semejante nivel de libertad y de coherencia ideológica.
Así que cada tanto me agarran las ganas de huir con la puta, pero una extraña fuerza confluye para que siga manteniendo mi pareja estable con Suárez. Como si hubiera un destino prefijado que debe ser realizado. E incluso, cada vez más, a todo nivel, la puta cara muestra la hilacha y se ve cada vez menos sofisticada y glamorosa.
Así que he decidido apostar en serio por Suárez, y en todo caso reveer esa idea que sólo se le ve la cara a Dios en Buenos Aires.
En verdad, si no existe la opción de triunfar desde el interior,de ser vanguardia desde el llano, habrá que inventarla.
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 18 horas.
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