sábado, marzo 19, 2011

¡ PORNO ES CULTURA!


La hasta hace unos años impensada posibilidad que nos da internet de bajar casi cualquier cosa a nuestra computadora, me hizo ponerme a revisar en los últimos tiempos películas y escenas que me impactaron a lo largo del tiempo. Hablando, obviamente, de películas porno o eróticas.
No voy a dar todos los detalles, claro, pero hablemos de la que algunos calificaron como la mejor escena lésbica de la historia del cine. Hablo de la que protagonizan Naomi Watts y Laura Harring en "Mullholland Drive" de David Lynch. Me bajé la película y vi la escena cantidad de veces hasta vaciarla de todo sentido.Porque en verdad, el tremendo atractivo erótico de la escena está íntimamente relacionado con el desarrollo y el clima excéntrico de la película. La escena es treméndamente poderosa incluída en el contexto de semejante película y bombardeo neosurrealista.
Vista una y otra vez por si sola, la escena es excelente pero pierde el encanto inicial.
Algo de eso pasa con el porno, pensaba.
El porno como una escuela de sexo explícito, pero que cansa luego de un tiempo porque no hay tanta variedad y calidad de cosas que se puedan hacer, en definitiva. Exceptuando las aberraciones como la pedofilia o zoofilia, uno encuentra miles de páginas gratuitas donde se pueden ver todas las variantes sexuales y en esa gratuitad, también se produce una cierta saturación. Esa necesidad de mostrar la "realidad", por un lado nos enseña cosas que usualmente no vemos con planos detalle furibundos, pero allí mismo también encuentra sus limitaciones. Incluso ahora veo en páginas famosas tipo You Porn que se trata de convencer al consumidor que algunos son videos reales protagonizados por gente que los sube a la web. Un cierto cansancio de reality, como pasó en su momento con los videos de Pamela Anderson o Chachi Telesco.
Entonces uno justamente extraña la magia de las viejas películas porno ya desaparecidas, donde se esforzaban por construir una trama delicada y exquisita para enmarcar el sexo puro, la acción continua que siempre termina saturando.
Porque, pienso, se me ocurre ahora, uno, paradójicamente se calienta con la escena de Lynch porque la cree, porque ve amor en esa historia.

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