viernes, febrero 04, 2011

CRÓNICAS PEPPERIANAS






Y primero fueron las fotos. Hay algo con las fotos en estos tiempos. Un aura especial, todo queda documentado por la camarita digital. Casi que el mundo y todas las situaciones parecen una farsa destinada a justificar la foto de rigor. Todos tienen su momento Kodak, todos tienen su pose elegante, cool. Digo que primero fueron las fotos, ver en el Facebook que había un bar distinto en Coronel Suárez. Verlo desde Buenos Aires, cuna mundial de bares distintos. Y sin embargo, la intriga: ¿Qué es Peppers?, ¿Qué onda?


Ensayo nocturno:


Porque un bar nunca es un bar exactamente. Claro, hay diferentes maneras de generar cultura, arte, belleza. Una de ellas, la principal tal vez, es poner un bar. Pero no cualquier bar, un bar con onda, alta onda. Un faro en la noche que irradie poesía, que atraiga a las chicas lindas y asuste a los pacatos. Eso es rock, claro: cultura rock. De esto estábamos hablando. Lea Valea me hablará de lo difícil que fue imponer la música: un bar de rock, sin cumbia ni reggaeton. Cultura musical, sino refinada, vanguardista, clásica: fuera la grasada latina. Y la música bien fuerte, aunque no puedas conversar tranquilo, porque el rock se escucha así: al mango. Las reglas de convivencia están establecidas desde el comienzo. Este es un bar con cultura rockera. Y habrá bebidas para todos los mayores de edad: bebidas fuertes, las mejores marcas de cada una. Caro, pero el mejor. Porque también existe una cultura alcohólica, que meterse en el cuerpo, con que elegir irse de viaje un rato, ahorrarse descomposturas y malas resacas. Entonces la educación, la educación sentimental también. Una barra larga y espaciosa donde sentarse y las chicas que todo lo invaden, que todo lo copan y cuando la noche se comienza a hacer día, levantan las mesas y bailan. Y estarán entonces las mejores chicas, las chicas más modernas, más trendy, más en onda y ellas atraerán a los machos de todas las especies. Y habrá desde luego mucha histeria, muchas más insinuaciones que concreciones. Pero es un vicio, quien no ha ligado alguna vez en algún bar alrededor del mundo, entonces la esperanza cada noche que se vuelvan a abrir las puertas del paraíso. Y vuelve la figura del dandy, del bon vivant, el que paga los tragos e invita a las chicas y los amigos. Y sabrá hundirse en la noche y allí ya no habrá diferencias, todos seremos amigos: ganadores y perdedores, ricos y pobres, lindos y feos. Todos convivirán juntos y armoniosamente, por unas horas, por una noche más.


Personajes:


Y habrá una moza terriblemente fotógenica, modelo retro, con nombre y aires de diva del cine francés de los 60, la Nouvelle Vague suarense. Y habrá luego la brillante confluencia de las tres líneas de la vanguardia suarense: Acción Creativa, Prensa Isidoro y La Tribu. Política y frivolidad, arte y compromiso unidos, todos juntos ahora, por una noche más. Y también habrá muchas chicas muy jóvenes y hermosas, algunas increíblemente parecidas, como si fueran hermanas o primas o tías o sobrinas, amigas íntimas, suelo confundirlas con la noche y los vahos del alcohol. Y está buenísimo confundirse de noche, porque sabemos, allí se permiten muchas cosas que son imposibles en la estrechez del día a día, del trabajo, de la oficina. Allí todos sueltan sus demonios y al carajo. Y también están los que odian Peppers, los que le adjudican características maléficas, satánicas y se refugian en sitios más previsibles, que se parecen a la normalidad, a como son las cosas a plena luz del día. Son gente que le teme a la oscuridad, a la confusión. Y estará nuestra Fashion Emergency Alfonsina, que trae sus cosas desde la gran ciudad y alterna alta vibración entre Suárez y la Capital y rota modelos, formas, historias, consejos. Es una constante educación, un constante desafío, porque nunca sabemos del todo si entendimos, si avanzamos o retrocedimos. Y habrá finalmente un nombre que dice mucho de lo que uno quiere comunicar: Sargent Peppers Bar. Un bar que se llama como un disco, no como cualquier disco, como el más alocado y psicodélico y recordado de los discos de Los Beatles, entonces la nostalgia por algo que no se vivió, cierta sensación de estar siendo parte de la historia, allá entre los 60 y los 70, cuando todo parecía posible: un mundo feliz, un mundo distinto. Entonces compramos esa idea, ese sentimiento más bien, de mundo en plena ebullición, que despierta con las luces nocturnas y se apaga cuando amanece. Y entonces la Banda de Corazones Solitarios del Sargento Peppers y su club o su bar. Porque después de todo, ¿quien no tiene un corazón solitario en el fondo de su corazón? Y habrá muchas historias míticas desde su la fundación de este Bar en junio de 2009 y las contará orgulloso Ati Sanseau y otras muchas que tal vez no se cuentan, pero permanecen guardadas en el imaginario colectivo y se me mezclan las historias locales con una de Lennon, cuando estaba grabando justamente este disco y les hizo firmar por contrato a cada uno de los músicos participantes que tenían que tener puesta una nariz de payaso mientras grababan las canciones del disco. ¿Porque? ¿Por que no? Eran Los Beatles, estaban cambiando el mundo y todo tenía que ser perfecto. Algo de este espíritu sobrevive en este pequeño reducto que vende su ilusión cada noche, en un rincón casi invisible del centro suarense.


Esto no es un final:


No cualquiera pone un bar así: no cualquiera se banca ser un personaje y atraer a todos los otros personajes, hay que ser un poco un samaritano, psicoanalista, de mente amplia. Porque después de las doce las Princesas vuelven a ser Cenicientas y los ganadores a veces muestran sus miserias y cada quien tiene una confesión que hacer después de tomar un poco. Entonces la función psicosocial de un bar, el estadio de contención de las frustraciones y las oscuridades de la vida cotidiana reflejadas cada noche en la barra de tu bar favorito. Es la cofradía, la hermandad de los corazones solitarios. Pero, por suerte, siempre las alegrías y las sorpresas positivas superan a las negativas. Y más allá de si uno tiene efectivo o cuenta corriente, si los chicos se apiadan de los desangelados que no tienen para pagarle un trago y se lo regalan, hay una ley no escrita que dice que cualquier cosa que tiene que ver con Los Beatles es genial, al menos por esta noche. Y la próxima.

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