Café Tacuba, a veces Café Tacvba, por una cuestión de derechos del nombre. La historia es sencilla: el verdadero Café Tacuba es un bar de México bien “fresa” (cool) adónde iban los muchachos conocidos como Rubén Albarrán ( Voz y guitarra), Emmanuel del Real Díaz (teclados, guitarra,y voz), José Alfredo Rangel Arroyo (guitarra) y Enrique Rangel Arroyo (bajo).
Los Cafeta surcaron los 90 como si fueran unos Beatles latinos que deciden reinventar la música. Ya desde una decisión polémica de movida: no tenían baterista, el tecladista manejaba una batería electrónica desde su teclado.
El primer disco, con el mismo nombre de la banda, no hizo gran cosa, sólo la pegó un bolerazo llamado “María”, que anticipaba lo que vendría.
Y lo que vendría se llamó “Re” un terrible y extenso disco plagado de canciones bellas, instantáneas, en donde el rock se encuentra con los ritmos populares latinoamericanos y de ahí nace un nuevo tipo de música mezclado con letras poéticas y a la vez llenas de un ardor irónico que no deja pasar una.
Para destacar el hecho, los elogios no hicieron más que afirmar una idea, alguien llamó a este disco: el álbum blanco del rock latino. Y esa idea quedó flotando en el viento. Como si esto fuera poco contaban desde allí con la luego famosa producción de Gustavo Santaolalla.
Luego tendrían una idea más comercial pero a la vez coherente con sus mixturas: sacarían “Avalancha de éxitos” un homenaje, un disco de covers de clásicos latinos en donde se afirma la alquimia y rinden homenaje a sus ancestros. El hit indudable de este disco fue “Como te extraño” del argentino Leo Dan.
Ya con la prensa especializada y una buena parte del público de su lado, en 1999 editarían su obra más ambiciosa: “Revés/Yo soy” un disco conceptual doble, con un disco de canciones y uno de temas instrumentales. Este álbum es una de las obras más importantes de rock de la historia, en cualquier idioma. Es el cierre perfecto para el siglo XX y para variar, no encontró su lugar en el mundo. Los temas instrumentales eran largos y estrambóticos, geniales , si, pero imposible pasarlos en la radio. Y las canciones están imbuidas de un espíritu desaforado, frenético. No hay hits.
Algo pasó entonces. Hubo un parate de muchos años donde sacaron una recopilación de grandes éxitos y se dedicaron a pensar que iban a hacer de allí en más.
Es lógico, hacer discos geniales para que no los entienda nadie, no es negocio en un mundo tan mezquino como el nuestro. Es una de la bandas musicales más osadas y creativas del boom del rock alternativo de los Años 90 cuya música no se puede colocar fácilmente en una categoría particular debido a la versatilidad de sus ritmos que combina los estilos pop modernos (desde rock a hip-hop y electrónica) con la música folclórica latina y mexicana (incluyendo mariachi, ranchera, Norteña, tejano, banda, y samba).
Tres años después de la explosión atómica que significó Revés/Yo soy, volvieron con un ep homenaje a “Los Tres” notable banda chilena con más de un punto de contacto con los mexicanos.
Y un año después, con algún disco solista en el medio, llegaría el regreso tan esperado: “Cuatro Caminos”. Allí se develaría la incógnita: los Cafeta bajan un cambio, incorporan un baterista estable y con ello un sonido rockero más tradicional. ¿Se venden? Se acomodan a los tiempos que corren, se aburguesan.
De allí en más consiguen un lugar seguro y no hacen malos discos, claro, es imposible que hagan un disco malo, pero se extraña aquella osadía demencial, que nadie podía describir con justas palabras.
Culturalmente hablando, no es la primera vez que un producto del Tercer Mundo se acomoda a los requerimientos del mercado porque nadie lo puede entender.
Para los nostálgicos y coleccionistas quedan todavía “Re” y “Revés, Yo soy”, intocables, inasibles, perfectos.
Por último una anécdota, en enero de 2006 en medio de una situación personal bastante particular, iba yo caminando por la Avenida Santa Fe en Buenos Aires y de repente vi al guitarrista Alfredo Rangel Arroyo paseando del brazo de una chica. Me acerqué, lo felicité y le regalé un libro de cuentos mío “Farándula”, que justo llevaba en mi mochila, pensando en una ocasión como esta.
Nunca más supe nada de esto. Tengo para mí que ese libro está en algún extraño lugar de México, en este mismo momento.
(Nota publicada en "Infosuárez")
Casa
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La casa de la infancia
viene con el olor de los jazmines
la sombra de la parra en el patio
y el silencio caliente de las tardes de verano
La casa de l...
Hace 12 horas.
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