martes, junio 09, 2009

ENRIQUE O. MIRAVENT 1909-2009

Yo nunca tuve una buena relación con mi abuelo Miravent, como que era imposible no chocar con el. Conservador, avaro, mal llevado.
Yo tuve como abuelos ideales a los padres de mi madre, los Scipione, la típica calidez italiana.
Después estaban los Miravent, más caretas, mas fríos.
Yo me imagino que difícil debe haber sido para mi padre tener semejante tirano de padre, si como abuelo se comportaba asi.
Una vez, leyendo "El amor, las mujeres y la muerte" de Schopenahuer, entendí y alcancé la paz con mi apellido. Dice el maestro que todos critican al avaro porque guarda, que en cambio el pródigo es festejado como ídolo, el que invita, el que regala. Pero en realidad el avaro guarda para los que van a venir después de el, ni siquiera se la gasta el. El pródigo en cambio (yo por ejemplo), invita a todos por un tiempo limitado y luego no quedara nada ni para el ni para su familia.
Los ultimos tiempos charlé mas relajadamente con el. Me hablaba siempre del libro que escribió Bartolome Mitre sobre San Martin, libro que nunca pude encontrar, queda pendiente de leer. Odiaba a los curas y despreciaba al campo, siempre creyó que era posible una nación industrial.
Lo recordaré a el y a mi abuela en la vez aquella que destapamos un champagne cuando me recibí de Técnico Universitario en Publicidad, patética carrerita que había en la UCA, que él me pagó y que duraba 2 años (yo la hice en dos y medio).

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