En 1995 Soda ya estaba terminado.
En rigor de verdad, se había terminado en 1992 con dos discos rupturistas, de vanguardia como Dynamo y Colores Santos de Cerati y Melero. Encima después vino Amor Amarillo con Gustavo solo.
Pero más allá de lo afectivo, había algo efectivo: habían firmado un contrato con BMG y tenían que entregar más discos a cambio del millón de dólares que la compañía les había adelantado.
Sea como fuere, por amor o interés, Soda se volvió a juntar y grabó un disco conceptual hermoso, una elegante muestra de la madurez artística de Gustavo Cerati.
Que no fue muy bien recibido por el público y poco comprendido por la crítica en su momento (para variar).
Lo que hace Soda Stereo en este disco es un balance y cierre de su carrera. Si siempre se caracterizaron por cambiar camaleónicamente disco tras disco, acá repasan todas sus etapas y sobre el final abren una puerta al futuro.
Clásico y moderno: con arreglos de cuerdas y con momentos electrónicos.
Con canciones preciosas, experimentos vanguardistas y un hit medio ladri como Zoom.
Un Soda total.
Yo en ese momento era feliz o algo parecido y fui a la presentación del disco con mi novia.
Todo era sexo, drogas y rock and pop.
Con un diseño de tapa, sobre interno y videoclips de lujo que marcaron tendencia en el mundo entero.
En este mes se están cumpliendo 30 años de esos días gloriosos y se me pianta un lagrimón.
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