La parábola de la conversión del agua en vino de Cristo se suele interpretar literalmente.
No es que Cristo hizo un milagro, transformó el agua en vino, de lo que está hablando, comenta Osho, es de que el agua es como el cuerpo, con el tiempo se pudre y el vino es como el alma, con el tiempo mejora.
El alma es eterna por eso el vino la representa perfectamente también cuando se comulga se come la hostia (el cuerpo de Cristo) mojada en vino (la sangre de Cristo).
Después de semejante propaganda cristiana no podemos dudar de que el vino es sagrado, por eso se lo llama una bebida espirituosa.
También aparece en otras tradiciones religiosas como el Sufismo, el sabio, poeta, borrachín Rumi se la pasa hablando del éxtasis de beberse el vino y beberse a Dios y al Amor.
También en el Budismo y el Taoísmo (y su perfecta mixtura, el Zen) hay una extraña historia donde se habla de que el hombre vulgar, no sabe nada y se la pasa bebiendo vino, agarrándose unas trancas históricas. Luego, el segundo tipo de hombre más sofisticado, el erudito, cuida las formas y no bebe. Pero cuando llegamos al tercer tipo de hombre, el iluminado, el Buda no lo podemos distinguir del hombre vulgar, por dentro está lleno de Dios y el Universo pero por fuera es igual a un hombre común y se mama con vino.
¿Hermoso, verdad? No se de donde viene todo esto y porqué se señala al vino como religioso y no a la cerveza, el whisky o el ferné.
No tengo claro porque es así, voy a seguir investigando.
Y tomando mucho vino.
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