miércoles, septiembre 13, 2023

EL BUDISMO SEGÚN BORGES

Entre junio y julio de 1977 Jorge Luis Borges dictó 7 conferencias en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, sobre 7 temas que le apasionaban.

Un par de años después se editó un libro llamado "Siete noches" donde se pasaron al papel el resultado de sus conferencias sobre la Divina Comedia, la pesadilla, la Cábala, las mil y una noches, el Budismo, la poesía y la ceguera.

Comentaré brevemente lo que dice Borges del Budismo.

Arranca nuestro gran escritor resaltando la tolerancia budista, que nunca generó ni apoyó nada violento. También destaca, que a diferencia de otras religiones, el budismo no te pide exclusividad. Te da libertad para ser lo que quieras ser.

Luego, como el genial escritor fantástico que fue Borges, se fascina con la parte mitológica, las diversas leyendas que pueblan los libros referidos a Gautama Buda.

Continúa con la historia propiamente dicha de como un príncipe heredero decide renunciar a todo y convertirse en el Buda. 

Con su reconocida perspicacia, el maestro se da cuenta que lo especial es el Zen, aunque el lo llama Budismo Zen, una confusión común. En realidad el Zen no es un tipo de Budismo sino el resultado de la fusión entre Budismo y Taoísmo.

Luego explica muy bien la parábola del hombre herido por una flecha y también esclarece la doctrina budista sobre la inexistencia del yo.

Hasta ahí todo joya. 

Pero a continuación aparece una sarasa medio extraña, que hasta pienso que puede deberse a un error de transcripción:  el libro dice que el sufrimiento que nos produce la vida es la zen (?).

Luego también patina un poco hablando del satori y de la meditación propiamente dicha.

Aparece acá la confusión habitual de las mentes brillantes con respecto a la no mente: no la entienden porque no creen que exista algo así. Piensan que es un delirio mágico cuando la no mente es todo: Dios, el Universo, el infinito y la eternidad.

Eso lo he notado también en Lacan y sus seguidores, se fascinan y quieren desentrañar la no mente por medio de la mente. Imposible, así solo pueden terminar chiflados, que de hecho fue lo que le pasó a Lacan. También a Nietzche e incluso a Jung.

Así, la única forma de acceder al conocimiento divino es meditando. Nos sentamos, cruzamos las piernas, la espalda recta, cerramos los ojos y observamos la respiración.

Pero no, la mente se asusta ante la perspectiva de desaparecer y cree que puede lograr lo mismo pensando. De hecho la palabra meditación confunde porque tiene otro significado relacionado con el pensar profundamente.

Como en Occidente no se conocía la no mente se habló entonces de meditación, pero el término confunde.

Incluso la famosa palabrita Zen significa eso mismo: es no mente. 

En la India, en el idioma sánscrito se la llama Dhyana, luego pasa a China con Bodhidharma y se transforma en Chan para llegar a Japón y traducirse como Zen.

Y finalmente, el Satori es un adelanto del Nirvana.

En el Satori, accedemos a la iluminación pero por un tiempo limitado, que puede durar horas o días.

El Nirvana es para siempre. 

El hombre despierta y ya no volverá a reencarnar, se fundirá con el Todo al morir.


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