domingo, marzo 10, 2019

AMOR Y MIEDO EN SAAVEDRA





Vagar por el barrio de Saavedra en busca del deseo, del amor, del misterio, del sexo, también precipita el miedo y se me ocurren ideas para mi libro y alguna epifanía a la bartola.
Primero creo que no existe el bien y el mal, solo existe el amor y lo contrario del amor, es el miedo.
El miedo crea la mente, el ego, la sociedad, el mundo tal cual lo conocemos.
En ese sentido la única ciencia que existe, la única que cura el miedo, es la meditación.
Existe hace como 5000 años y nunca falla.
Porque corta de raíz con la mente y por lo tanto, con el miedo. Porque cuando uno aprende a desconectar, cuando vuelve a conectar vive más pleno, sale a realizar sus sueños, sus pasiones, fluyen las emociones libremente.
Uno tiene más ganas de sexo, drogas y rocanrol, más ganas de vivir, de escribir, de filmar, de cantar, de bailar.
La meditación da una perspectiva espiritual, pero también cura lo material.
En ese sentido el psicoanálisis en particular y la psicología en general ayudan un poco, pero siguen dentro del terreno de la mente y la mente crea mil dificultades, arreglás una y crea otra.
Es infinita.
Ni que hablar de la psiquiatría, que es una mera farmacia de falopa legal, que ayuda a dormir las emociones. Cuando uno toma medicación adormece la emoción y por lo tanto, es imposible curarla, trascenderla, así sobreviven millones de personas en el mundo, adormecidas, porque tienen miedo a si mismos, a sus propias emociones, sueños y elecciones.
Tampoco me quiero poner en pretencioso y estúpido, generalizar algo que me pasa a mí.
Pero conozco muchos casos diagnosticados como bipolaridad y esquizofrenia, de gente que renunció a vivir por miedo, que viven atados a la mamá, con la pastilla y el certificado de discapacidad mental, listos para dormir hasta que llegue la muerte.
Porque tienen miedo y no se hacen cargo de sus emociones.
El mundo legaliza y recomienda las drogas que adormecen, que reprimen, y prohibe las drogas que despiertan, que exacerban las emociones.
Así es el sistema.
Claro que si exacerbás las emociones, si vivís muy intensamente, corrés el riesgo de irte al carajo.
Pero esa es la inseguridad básica de estar vivo.
Lo otro es renunciar a la vida.
Pero, bueno, cada cual elige, aunque no parezca, y no vale echarle la culpa a los padres, a la sociedad, al psicólogo o al psiquiatra.
Como dice Osho: el problema no es si existe la vida después de la muerte, el problema es si estás vivo ahora, en esta vida.

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