viernes, marzo 16, 2018

BUDISMO NO, ZEN SI





Cuando se habla de Buda, se habla del Príncipe Siddharta, que habría vivido en la India hace unos 2500 años.
Buda significa iluminado.
Curiosamente, nadie en el mundo oriental hablaba de Buda, ni de Budismo.
Ese invento fue de los primeros filósofos occidentales que escuchan hablar de Siddharta y se interesan por su leyenda. Schopenhauer, Nietzche, esa gente.
Ellos deducen, un poco a la bartola, que lo que le había pasado al Príncipe es que había alcanzado la iluminación. Es una interpretación errónea y bien occidental.
Los textos sagrados orientales hablan más bien de un despertar o de un apaciguamiento, una extinción, no de que se le prendió la lamparita.
Pero el mundo es mundo y cuando los orientales se enteraron de que se hablaba de Budismo y de Buda, decidieron ser marketineros y adoptaron esas palabras.
Originalmente, el llamado Budismo, no era siquiera una religión, era una práctica: la práctica de abandonar la mente o ego. Meditación le llamamos nosotros, pero la palabra tampoco es correcta.
La palabra en sánscrito con la que se llamaba a la práctica de abandonar la mente o ego en la India es Dhyana. En China se traduce como Chan y en Japón como Zen.
Otra confusión común es hablar de Budismo Zen, como si el zen fuera un tipo de budismo.
En verdad, el Zen según Osho y muchos otros sabios, es la cumbre de la espiritualidad humana, es la superación del mal llamado Budismo.
Con los años, el Budismo desaparece de la India, porque el Hinduismo estaba de mucho antes y era muy poderoso. Un monje llamado Bodhidarma viaja de India a China y allí se encuentra con las enseñanzas de Lao Tse, el Taoísmo.
De esa fusión, de ese encuentro mágico entre el Taoísmo y Dhyana, nace el Chan. Que luego, transplantado a Japón, se convierte en el Zen.
Así que no me hables de Budismo, hablame de Zen.



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