Anoche volvimos, después de 15 largos años.
El viejo y querido ritual de ver a Suarez, banda noventosa de culto si las hay, que nos enseñó a escuchar rock y a disfrutar del ruido sin culpa. Banda fenómeno, banda arty, no faltaba nadie de todos los personajes insustituibles de la cultura. Y saludé a alguno que no había saludado nunca. Y saludé a quien hacía 20 años que no saludaba. Como en una vieja reunión de amigos. Ese era el clima, la espera del show. Como volver a festejar el estar vivos, el ser sobrevivientes.
Esa era la alegría genuina que provocó esta sorpresiva reunión, motivada por un documental que se verá pronto en el Bafici. Y fue como verlos por primera vez, ya que se presentaron con su primerísima versión de 5 integrantes y tocando mayormente temas de sus dos primeros discos, cuando yo comencé a escucharlos a partir del tercero.
Y dicen que no saben pero que podrían volver a juntarse definitivamente. Amo a Suárez y lo extrañé mucho: Rosario, dejate de pendejadas y volvé a casa, al comienzo de todo. Amén.
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