La película "Machete", último estreno del director chicano Robert Rodríguez es la confirmación que es el (y no Quentin Tarantino) quien mejor comprendió la tan trillada muerte del cine.
Ya muerto el cine como arte (la resta de todas las artes), incapaz ya de producir algo original, emociones reales, entonces, dice Rodriguez, busquemos en la basura y construyamos un cine que sea tan malo que termine siendo genial. Como ya no se necesita ser verídico, entonces el camino es la autoparodia, pero no sólo eso: es el recicle absurdo, disparatado de todas las películas de acción berretas, de todas las fantasías más paranoicas para volver a sorprender y tal vez, quien te dice, a producir alguna emoción.
Pero allí donde Tarantino estiliza, hermosea, pone el freno al delirio, Robert aprieta el acelerador. Y se va al carajo.
Siempre, pero con que onda. Y ojo, Tarantino filma películas sobre películas, pero en el cine de Rodriguez, quieran verlo o no, también late escondida la vida, la política, la ideología, enmarcada si en un ámbito por demás bizarro, pero presente.
Aceptando las premisas anteriores, podemos afirmar tranquilamente que Rodriguez es el mejor director de no cine del mundo. El que mejor interpretó su muerte. Y la trascendió.
El cine ha muerto.
¡Viva el cine!
Si fuera así...
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Si las gotas cayeran hacia arriba
hasta anegar el cielo
Si este otoño inesperado
no estuviera tan fuera de lugar
Si esta lluvia invertida
no lavara...
Hace 1 año.
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