martes, junio 15, 2021

BORGES EN SU LABERINTO


 

Pasó una secuencia de días movilizantes: el Día del Periodista, el Día del Escritor, el día de la muerte de Borges.

Digo movilizantes al menos para los que solemos circular por esos caminos.

Periodismo, Literatura, Borges.

Yo igual no soy periodista ni lo quiero ser. Si anduve experimentando por los bordes del periodismo y la literatura: la crónica, la ficción del yo, etc.

Ahora estoy también en crisis con mi identidad de escritor, hace rato que no la disfruto.

Soy un no escritor.

Pero Borges, Borges fue todo eso y mucho más. Trabajó y mucho de periodista, de escritor, de conferencista y editor también.

A diferencia de su amigo Bioy Casares, no vivía de rentas, necesitaba trabajar.

Hay algo que lo salva a Borges de cualquier defecto suyo: el humor.

Como diría Osho, tenía todo el potencial para ser un iluminado, solo le faltó la meditación.

Ahí se quedó a medias porque entendió el Budismo como pocos pero no se animó a ir más allá de lo estrictamente intelectual.

Pero su erudición no lo hace sabio, al contrario, lo que lo hace sabio es reírse de todo y todos, especialmente de si mismo.

Haber escrito cuentos como "El Aleph" y "Pierre Menard, autor del Quijote" lo pone allá arriba, entre los más grandes escritores de todos los tiempos.

Un sótano de un casa en Constitución donde se ven todos los puntos del Universo.

Un escritor que decide escribir el Quijote de nuevo, exactamente igual pero distinto, la vanguardia total y un chiste fenomenal. Y también cuando se da cuenta que todo escritor va a terminar siendo olvido, nada más que un párrafo menor en una enciclopedia.

Así Borges llegó a las más altas cimas intelectuales pero con la lucidez y el humor de darse cuenta que no sirve para nada, que estamos condenados al olvido.

Ese mix de erudición, sabiduría, humor y tristeza es nuestro, es borgeano, es argentino y no hay Nobel que lo pague.

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