Siempre fui muy ansioso. No sabía porqué.
Una amiga suarense tuvo una intuición poderosa hace ya muchas décadas: me dijo que fuera a que los curas carismáticos me hicieran imposición de manos.
Siempre me reí de eso. Hoy lo pienso dos veces.
Es que el ansia viene de una incomodidad, una angustia interior inexplicable.
Y la necesidad de huir de ella.
Los psicoanalistas y psiquiatras hablan de psicosis, esquizofrenia, bipolaridad.
Lo que es una forma sutil de admitir que no tienen ni puta idea de que me pasa.
A mi no me parece una enfermedad mental, me parece un trauma emocional.
Una discapacidad emocional.
Por eso meditar me ayudó, pero no es suficiente.
Se esclareció mi visión íntima pero el ansia sigue y se vuelve más intensa.
Me pone a prueba.
Por eso hoy estoy para curas carismáticos, videntes, hipnosis, constelaciones y lo que sea que ayude.
Esta intensidad del ansia, del miedo, me dice que me estoy moviendo cerca de la verdad.
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