Todos hablaron de la quinta versión de Nace una estrella, de que no era tan mala y no solo eso: de que era buenísima. De la gran actuación y dirección de Bradley Cooper, de lo bien que canta Lady Gaga.
En cuanto a mí, me pareció una retahíla de lugares comunes mas o menos logrados, con ese final trágico forzado y tribunero, buscando la emoción fácil de las chicas.
Pero pocos hablaron de esta pequeña maravilla que se estrenó hoy, sin la chapa ni la promo de la anterior.
Juliet, naked, traducida aquí horriblemente como Amor de vinilo, está basada en un libro del maestro Nick Hornby (Alta Fidelidad) y es todo amor, pero de verdad.
Hablo del amor a la música y el amor al amor.
En suma: la vida misma.
Comedia romántica clásica, elegante, a caballo del rock and pop; entre Inglaterra y EEUU.
Con otro gran protagónico del entrañable Ethan Hawke, a esta altura, algo así como un amigo de toda la vida.
Aquí también hay un músico alcohólico, pero retirado, oculto, una especie de Salinger rocker.
Y desde Inglaterra, un catedrático blogger, mantiene viva la llama del mito, ama a su ídolo más que a su propia mujer.
Y a partir de allí, todo lo que pasará será increíble, inesperado y a la vez, previsible.
La vida misma.
Como esa canción hermosa que es puro lugar común pero no podés dejar de escuchar y cantar.
Pero además, todos los personajes secundarios y los escenarios tienen su momento épico, hermoso, este film es puro amor a la existencia.
Esta es la verdad de la vida, de la música, del amor.
O al menos, mi verdad.
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