sábado, abril 07, 2018

ALGO MAS SOBRE LA SERIE DE OSHO





Habiendo visto los 6 deslumbrantes capítulos de Wild Wild Country, me queda mucho más claro el panorama.
Primero, decir que este documental es una de las cosas más locas y conmovedoras que vi en mi vida.
Imposible no emocionarse con una historia mucho más grande de lo que había imaginado.
Es la serie del año, claramente.
Porque esa comunidad utópica que funda Osho (cuando todavía no era conocido como Osho) a principios de los años ochenta en el desierto del estado de Oregon y que duró casi 5 años, es uno de los más grandes y hermosos experimentos de todo el Siglo XX, o quizá, de toda la Historia de la Humanidad.
Algún tuitero trasnochado puso que después de esto, la farándula local se va a deshacer de todos los libros de Osho. A mi me parece exactamente lo contrario.
Porque aunque uno no esté de acuerdo en todo lo que se dice y como se presenta, hay que decir que el poderío luminoso de Osho aparece claramente reflejado.
Los que son grosos de verdad, brillantes de mente y corazón, como Luis Diego Fernández, el mejor filósofo de la Argentina, no solo lo festejaron, sino que encontraron datos importantes, que no son menores, como el apoyo de Robert Nozick, filósofo norteamericano que habla de libertad, liberalismo, libertarismo.
Los grosos de verdad entienden la dimensión de lo que pasó en Oregón.
Los otros, la chusma, se dejan llevar por las boludeces de color, el miedo, la paranoia. Como los pueblerinos asustados que sienten que son invadidos por extraterrestres comunistas.
Pero eso es igual en todos lados: en EEUU o en el sudoeste bonaerense.
Y no es casual que se haya elegido para semejante proyecto EEUU, el país de la democracia, América, la tierra de la libertad. Sus leyes son las que mejor permiten en teoría una comunidad utópica, anárquica.
Digo en teoría, porque queda claro que cuando las papas queman se olvidan de la libertad, la ley y la justicia. Pero, como decía antes, eso es la ignorancia, el miedo. Eso es la imperfección humana.
Y el tipo que mejor interpreta a Osho, es su abogado, un norteamericano culto y sensible, al que Osho en su lecho de muerte le pide que escriba un libro y cuente toda la verdad de lo que pasó.
Espero ese libro con ansia.
Y luego el otro gran personaje Shila, una mujer india, la secretaría de Osho, es claramente una psicópata simpática, una megalómana enamorada de si misma más que de Osho.
Lo paradójico y controversial es que Osho la elige y le da poder absoluto a una mujer que ni siquiera meditaba. Ella lo dice. En Osho, como en cualquier culto oriental, la meditación es todo.
Shila es brillante, pero solo de la cabeza, no del corazón o del espíritu. Y eso la lleva a desbarrancar mal.
Pero igual el experimento es fascinante y de vanguardia: Osho da un paso al costado, se retira, deja de hablar por años y le da todo el poder a una mujer. Que tiene un ego desaforado.
Osho no tiene ego. Eso es la iluminación, dejar la mente, el ego y despertar a la conciencia universal.
Por eso no se puede encargar de gobernar una ciudad con miles de habitantes.
Y cuando Osho se entera de las cosas que ha hecho Shila a sus espaldas, la denuncia públicamente y le da la oportunidad al estado norteamericano para que destruya todo lo que habían construido.
Y sobre el final Shila demuestra que no aprendió nada, celosa por haber sido desplazada, acusa al entorno de Osho de haberlo drogado y asesinado, cuando lo que se dice desde siempre es que lo envenenaron en la cárcel con un veneno que no deja rastro.
Habrá que esperar el libro del abogado.
Igual sigue siendo una explosión atómica para la civilización lo que pasó, más de 30 años les llevó a los yanquis poder hablar de eso y hacer el documental.
Pero la sensación que me dejó es de amor e infinita compasión, aún con los yanquis, aún con Shila, todos fueron testigos privilegiados de alguien que despertó y armó un terrible quilombo internacional para ayudarnos a despertar.

1 comentario:

Lils dijo...

Aun no terminé de ver el documental, pero como discípula eterna de mi amado Osho, no podría estar más de acuerdo!
Namaste