jueves, septiembre 10, 2015

FEDERICO, EL ULTIMO ARTISTA CONCEPTUAL


Recién vine caminando desde el Malba hasta el Alto Palermo.
Se inauguró en el Museo hace un rato, una muestra muy promocionada por la recreación del famoso huevo gigante de Federico Peralta Ramos.

La obra de Federico promueve confusiones, donde todo el mundo se pone un poco loco, como la curadora de esta muestra, y de repente, dice que ese huevo anticipa la aparición de Internet.
Una huevada.
Me parece que la verdadera obra maestra de Federico Peralta Ramos está en el Museo Néstor Kirchner y pasó bastante desapercibida. Casi secreta, expuesta como la descomunal obra de arte que es, la carta que Federico le escribió a los responsables de la Beca Guggenheim, aparece convenientemente incluida en el sector de Arte Correo. Una obra de arte fundamental, una carta, expuesta en un Museo que era un Correo.
Extraordinaria.
En esa carta, Federico explica brevemente que gastó los seis mil dólares de la Beca en, entre otras cosas, una cena para 25 amigos en el Alvear, tres trajes a medida que se compró y algunos cuadros que regaló a sus familiares. Y explica, sencilla, magistralmente, que como la vida es una obra de arte, entonces el no pintó "La ultima cena", el directamente la hizo y la bancó con parte de la Beca.
Una locura. Un escándalo.
¿O no tanto?
Para mi la lógica de Federico es contundente y del todo coherente. Ninguna locura. Si uno analiza la historia del arte contemporáneo, cuando surge lo conceptual, cuando Duchamp dice que un mingitorio es una obra de arte y la expone en un Museo, se generó el mismo escándalo. Y también había una clara intención irónica del artista, que luego fue ignorada y que a partir de allí fue imitada por todos y sobre todo por Warhol, cuando dice que una pintura de una lata de sopa es arte. A partir de ahí vale todo.
Y el que lleva al extremo esta lógica, es Federico, el dice: la vida es una obra de arte, por lo tanto me gasto la Beca en crear belleza y felicidad. Inapelable. Con eso lleva el arte al extremo total y también a su final. Nadie puede llegar más lejos que eso. Ahí termina el arte conceptual, el arte contemporáneo. Todo lo que vino después es una farsa, mejor o peor lograda, pero una farsa.
Como no amar ese personaje inolvidable de la alta sociedad, que yo veía cuando era pequeño hablando "pavadas" o haciendo una performance, en los programas de Tato Bores.
La oveja negra, el loco, el freak de una familia patricia argentina, que se les cagó de risa a los yanquis, con una turrada típicamente porteña, que también es una obra de arte conceptual, genial, irreprochable y final.
Para mí, eh...

No hay comentarios.: