jueves, diciembre 18, 2014

UN DELIRIO FELIZ




Brian Ollearo presentó anoche su primer obra como dramaturgo y director junto a su grupo Cotolengo, llenando la sala del Cine Italia de Coronel Suárez.
Todo lo que es, todo lo que fue siempre está en ella: su talento de comediante, en un tono entre cándido y burlón, su amor por el baile y el despliegue físico, los cuerpos masculinos tallados y la ambiguedad sexual, su compromiso político, su increíble capacidad de motivador de grupos y como no podía faltar: su militancia a favor de la legalización de la marihuana.
Lo que más me gustó es la alquimia perfecta que logra entre una idea bastante pretenciosa (hablar sobre la muerte y la eternidad) y el despliegue modernoso de técnicas y tecnologías. Lo que menos me gustó es que le sobran actos y el texto queda bastante confuso en medio de tanto despliegue, delirio escénico. Pero la felicidad física que transmiten sus actores supera ampliamente lo racional.
La obra comienza muy arriba, después baja, vuelve a subir, baja y termina arriba con todo.
Bien al estilo Brian, un tipo simpatiquísimo, formado con Norman Briski, que saltó a la notoriedad por una publicidad donde se destaca por ser parecido a Nalbandian y que se presenta en las redes sociales como alguien cansado de ser feliz.
Como decía, todos los actores lucieron muy comprometidos con el espíritu de la obra, brillando especialmente las caracterizaciones de Lucas Beovide y Daiana Simon.
La muerte decide hacer huelga y desata todo tipo de conflictos, una idea ambiciosa que se extiende a lo largo de un par de horas de planteos filosóficos y parodias a lo real nuestro de cada día.
Un debut auspicioso que me deja esperando con ganas su segunda obra.

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