Nacemos sin entender.
De a poco vamos aprendiendo y aprehendiendo la existencia humana y olvidamos lo básico, lo elemental: que no sabemos para que vinimos ni adonde vamos.
La construcción del sentido está bastante escrita, como para que la mayoría no se desvíe, para tener a todos dentro del corral, como las ovejas.
Pero vivimos en el sinsentido, en el vacío.
Todo lo que aprendiste no te sirve.
Solo te espera la muerte al final.
El psicoanálisis lacaniano dice que los problemas empiezan cuando uno comienza a encontrarle el sentido a la realidad humana. Ahí se enferma.
La mente zen, la mente del principiante, es lo que se propone el zen para volver a cero a sus practicantes.
El solo se que no se nada.
Es la experiencia del amante, del amateur.
El artista de la vida que disfruta cada momento como si fuera su suprema creación artística.
La vida como una dinámica de lo impensado.
Venimos a la vida gratuitamente y es un regalo del cielo.Pero hay reglas, porque somos muchos, miles de millones que hacemos un todo.
Es el vacío pero hay una forma.
El vacío es la forma.
La forma es el vacío.
La respuesta es sí y no.
La perfección en la imperfección.
Recuperar el asombro a cada momento.
El satori.
La epifanía.
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