domingo, diciembre 03, 2017

ZAMA: CUANDO LA PELÍCULA ES MEJOR QUE EL LIBRO





Me resistí deliberadamente hasta hoy a ver Zama de Lucrecia Martel. Cuando existe tanto consenso crítico de que la película es una obra maestra, uno no quiere verse influenciado.
Más que, habiendo leído la novela de Antonio Di Benedetto, uno ya sabe lo que se avecina: dos horas de locura, angustia y sinsentido existencial.
Eso es lo que causa leer la novela y la mayoría de las obras de Di Benedetto, un escritor genial, redescubierto en las últimas décadas.
Particularmente Zama era una novela que pedía a gritos ser adaptada. Hay algo inconcluso en ese libro, algo que le falta. No es Beckett ni Kafka. Es un híbrido sudamericano que sugiere muchas cosas pero no concreta todas.
Luego de perder muchos años tratando de adaptar al cine El eternauta de Oesterheld, un proyecto que claramente no era para ella, Martel encontró en Zama el proyecto de su vida.
El imaginario de Di Bedenetto es muy compatible con el de Martel. Pero Martel es una autora.
No adapta, reescribe la novela.
Se sale del ocre asfixiante y nutre a la historia de sus obsesiones, le da una paleta de colores que la historia no tenía originalmente.
Incluso omite la escena de la novela que me parecía más cinematográfica, que es el momento en que Zama sale enloquecido de deseo y viola una indígena.
Es la mirada tan particular de una mujer que encuentra con, este, su cuarto film, su mejor película, una obra maestra portentosa que no creo que gane el Oscar, porque está muy por encima de lo que se requiere para ganar un Oscar.
Así también, el cine argentino se nutre de una de las mejores películas de su historia y de la historia del cine todo, porqué no decirlo.
Lucrecia Martel es genial, extraordinaria.
Y despiadada.


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