martes, enero 17, 2017

LA TRAMPA

Caminando por la peatonal Lavalle de Buenos Aires, desde que recuerdo y en cualquier horario, aparecen hombres y mujeres que te ofrecen misteriosos pases en voz baja, susurrante.
Nunca cedí a esa tentación demoníaca, pero muchos incautos que conozco si lo hicieron y esto que voy a contar a continuación es lo que relatan de su descenso a los infiernos (el mismo relato en todos los casos):


En principio, el o la tarjetera les juran y perjuran que puede ir a visitar el cabaret sin costo alguno, solo para ver como es. Luego, cuando los ingenuos se dirigen hacia el lugar, siempre se trata de un sótano inmundo, que queda en alguna calle perpendicular a Lavalle. Sótano invisible custodiado por un patovica desagradable.
Bajan, entran en ese antro sucio y oscuro y se les viene encima una gorda infame, vestida de noche, que los invita a sentarse con ella. El tipo se resiste, que no tiene dinero, que solo está mirando, pero la gorda ya los sentó y los empezó a toquetear.
De la nada sale un mozo que, inmediatamente, le sirve a la gorda una copa llena de espumante berreta. El tipo intenta entonces pararse, huir, pero ya es demasiado tarde. El mozo y el encargado le informan que la copa sale mil pesos y que la tiene que abonar ya. También baja el patova de la entrada con gesto amenazante.
Nunca hay un show, nunca se pueden coger siquiera a la gorda horrible, todo el lugar parece un decorado montado solo con el fin de cobrarle la copa más cara de su vida a los boludos que caen allí.
Pensaba que moraleja nos dejan estas anécdotas recurrentes, pero no se me ocurre ninguna.

No hay comentarios.: